Laberinto

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Caí al suelo, agudos sonidos escapaban de la garganta de Myungsoo acompañados de otros que no reconocía, mi cuerpo estaba tembloroso en el frío suelo tratando de respirar adecuadamente, elevando después la mirada para observar lo ocurrido, Valentino estaba peleando con Myungsoo, evitando que se acercara a mí, conteniéndolo como si se tratase de una bestia, me miraba con esos profundos ojos azules y llenos de salvajismo.

-¡Corre!, ¡tienes que irte!

Gritó Valentino, yo no pude hacer más que asentir asustado, corriendo por las calles y cruzando unos cuantos canales brincando y saltando góndolas, tratando de hacer memoria por el camino que me había traído.

-Derecha, derecha... ¡Mierda!.

Continué, escuchando después unas pisadas cercanas a mí, me detuve en seco y miré hacia el techo de una construcción a mi derecha, observando como se detenía a la par el tipo que se encontraba parado sobre el Puente, mi corazón dio un vuelco, mi respiración se aceleró aún más y no pude hacer otra cosa que atinar a correr más rápido hasta llegar al canal que me separaba de Castello.

-Necesito un taxi.

Susurré al llegar al canal, miré a todos lados y corrí por la orilla hasta llegar a algún Puente, haciéndome posible el cruce por aquel barrio hasta llegar a la mansión, entré corriendo por el lugar, sintiendo mi corazón salírseme del pecho y las rodillas dolerme una vez hube entrado al lugar, deteniéndome en la puerta mientras giraba la vista, nada, no había nada, ni rastro de aquellas extrañas personas ni rastro de Myungsoo, mi respiración era agitada, ¿de donde había sacado energía para correr tanto?, ni idea, seguramente del miedo. Entré a la mansión, corrí escaleras arriba y rápidamente fui hasta la habitación, tomé a Misuki entre mis brazos abrigándola bien, yendo enseguida al cajón donde Myungsoo guardaba el dinero, tomé mi pasaporte y las llaves de mi hogar, yendo nuevamente escaleras abajo hasta que la voz de Ruth llamó mi atención.

-¿A donde vas?

Me giré lentamente, tratando de mantenerme sereno.

-I-Iré a pasear.

Ella descendió lentamente por las escaleras, sonriéndome mientras asentía con levedad.

-Buena suerte en tu paseo.

Aquello me sonó tanto a advertencia que no pude evitar sentir como un escalofrío me recorría la columna. Continué mi camino y salí de casa, topándome de frente con el primo Luka, quien me hizo dar un salto del susto.

-Dios mío.

Murmuré suave mientras me palpaba el pecho con mi diestra para después abrazar de nuevo a Mizuki, Luka ladeó su cabeza y chasqueó su lengua mientras negaba, acercándose a paso lento a mí hasta acariciar mi mejilla. Las cosas no estaban bien.

-Desde el primer momento en que te vi tu aroma me pareció irresistible, ¿crees en Dios?

No supe que decir, las palabras no salían de mi garganta, así que retrocedí lentamente, abrí la puerta y volví a la casa, yendo a paso rápido en dirección a la puerta que daba al jardín, los cuadros me miraban, mis pasos resonaban por el lugar y mi corazón palpitaba a más no poder, abrí la puerta rápidamente topándome con Alessa y Eleanor jugueteando por el jardín, ambas se giraron a verme casi en cuanto puse un pie afuera, sus ojos azules brillaban a la luz de la luna, sonrieron de forma bizarra conforme se acercaban poco a poco, retrocedí y rápidamente cerré la puerta, escuchando cómo está era arañada de forma desesperada por las niñas.
No entendía nada, no comprendía el por qué de repente todos comenzaban a comportarse de forma tan hostil, lo único que sabía era que si no me largaba de ahí acabaría muerto, ¿en que estaba pensando cuando vine a este lugar?

Neblina. (Myungyeol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora