Pesar amoroso

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La pintura manchaba parte del rostro y manos de Myungsoo, las hojas de blog se encontraban bastante húmedas pero con divertidos y bellos intentos por parte del ajeno en convertirlos en un paisaje nocturno.

-Pareces un niño pequeño Myungsoo.

-Shhhh, es tu culpa, vaya no sirvo para esto.

-¿Tantos años vivo y jamás lo intentaste?

-Siempre me dediqué solo a la música Yeol.

Hice un suave puchero por ello y dejando los pinceles en aquel vaso con agua gatee lentamente hasta llegar al otro, acercando mi rostro al suyo de forma juguetona.

-¿No te gustaría tocar otro tipo de instrumentos?

Dije mientras parpadeaba para él repetidas veces, ganándome por ello una ruidosa carcajada mientras se acercaba a besar mi frente con suavidad.

-Por ahora no, gracias por la propuesta.

Regresé a mi lugar en aquel cojín sobre el suelo, renegando antes de tomar un poco de pintura azul para ensuciar la nariz del otro.

-¡Basta!, ¡no quería ducharme hoy!

-Eres un sucio.

Myungsoo negó repetidas veces mientras negaba, tomando mi mano para levantarse de su lugar mientras hacía lo mismo conmigo.

-Ven, vamos a caminar.

•~•

Me aferraba a su espalda con todas mis fuerzas, mirando fijamente hacia arriba, las ramas venían una a una mientras Myungsoo escalaba los árboles, la suave brisa y el sonido de las hojas nos acompañaba.

-¿Que son los aparatos en el cuarto de música?

-Un fonógrafo y un gramófono, sirven para escuchar música.

Subimos lo más alto posible, enredándonos entre un par de ramas con suave aroma, nos sentamos ahí, mirando perdidamente hacia la luna conforme el ajeno recargaba su cabeza en mi pecho.

-Haz lo que hacías ese día en el parque.

-¿Piojito?

-No sé cómo se llame.

Sonreí por su comentario, llevando así ambas manos hasta su cuerpo, mi espalda se encontraba recargada contra el tronco con ambas piernas al aire, Myungsoo tenía una pierna al aire y otra sobre la rama mientras su espalda descansaba en mi pecho, abracé con una mano su anatomía y con la otra comencé a acariciar suave y de forma dedicada sus negros cabellos, escuchando un par de suspiros escapar de entre sus labios.

-Me encanta sentir eso, es tan relajante, me tranquiliza, me llena.

-Myungsoo, ¿alguna vez te has enamorado?

Myungsoo guardó silencio un par de segundos antes de negar.

-Nunca.

-Ohh... vaya.

La decepción en mi voz era notoria, odiaba eso.

-Sungyeol, es mala idea enamorarte de mí, yo, no soy la persona adecuada para ti.

-Demasiado tarde, debiste pensarlo antes de tratarme como a una princesita.

-Sungyeol, soy peligroso para ti, podría matarte.

-Pero no lo has hecho, me has protegido, me has cuidado Myungsoo, me has tratado muy bien, has sido tan atentó conmigo.

Por alguna extraña razón me sentía triste, por que algo dentro de mí me decía que aquello era alguna clase de despedida, como la de aquel día en casa de Sungkyu.

-Soy una pobre alma errante sobre este mundo.

-No digas eso.

-Es la verdad, solo deambuló por ahí, probando el mundo en pedacitos por qué mi naturaleza me impide hacer más.

-Yo puedo mostrarte el mundo, yo puedo ayudarte Myungsoo, yo quiero hacer la diferencia.

La desesperación en mi voz era audible, por que son medir mis impulsos o mis emociones las palabras salían de mi boca.
Myungsoo se giró de un salto sobre aquella rama, haciéndola agitar con brusquedad para así quedar de frente a mí.

-Tú no lo entiendes, ¿Qué pasaría si...?

Tragó duro.

-Si...¿que?

-Si te dijera que todo eso que sientes por mí, es producto del encanto que provocó en los humanos, si te dijera que estás bajo un embrujo que incontrolablemente he cargado desde hace años.

El dolor era evidente en sus palabras, sabía que Myungsoo solo quería protegerme, pero eso de cierto modo solo lograba hacerme cautivar aún más.

-Diría que es el embrujo más hermoso del mundo.

Murmuré tratando de acortar la distancia entre nuestros rostros, pero Myungsoo me lo impidió, no pude ser capaz de percatarme en que momento el ajeno se encontraba sobre él tronco del árbol Justo sobre mi cabeza, aferrándose a la madera cuál araña mientras me miraba de cabeza.

-Sungyeol, ayúdame a detenerme, yo no quiero herirte, tienes que entender que yo no deseo esto para ti.

Me levanté como pude y me puse de pie sobre la rama, tratando de alcanzarle pero él comenzó a retroceder usando sus manos y piernas cual insecto.

-¿A que le temes?

-No quiero perderte, no a ti, debo protegerte Yeollie.

-Pero si tú ya me proteges.

-De todo, hasta de mí mismo... Accediste sin renegar ante mi sediento deseo, ¿tienes idea del futuro que les espera a mis fuentes de alimento pasado el tiempo?

Aquello me dejó pensativo, lo sabía, lo sabía pero no lo pensaba, era como un mosco hipnotizado por la luz, deseaba seguir, deseaba estar a su lado sin importar que acabara moribundo al igual que Sungjong. Negué repetidas veces, acariciando mi cuello conforme bajaba la mirada, por que ahora era otro el pensamiento que Tan fugaz como una bala, había atravesado mi cabeza hasta llegar a lo más profundo.

-¿Ya no quieres estar conmigo?, ¿es eso?

Myungsoo pareció negar, de un saltó volvió a la rama, parándose Justo enfrente mío para tomarme a tiempo de las manos antes de caer sobre aquel patio trasero, mi corazón latió rápidamente por un momento, pero enseguida me vi tranquilo al sentirle cerca.

-No deseo estar con nadie más que no seas tú.

-Myungsoo.

Aún con la culpa desbordada en aquellos profundos ojos negros, Myungsoo fue capaz de robar de mis labios un beso tan lleno de cariño y delicadeza, que sentía que mi corazón iba a salir disparado de su lugar, sus manos recorrían mis mejillas con suavidad y las mías se aferraban a su cuello.

-¿Puedo dormir contigo hoy?

-Antes tienes que asearte, estas lleno de pintura.

-Tú también Myungsoo, deberás bañarte de igual forma.

Neblina. (Myungyeol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora