Introducción

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El aeropuerto se encontraba ligeramente poblado. Había una familia con tres niños pequeños en una de las bancas, esperando pacientemente a que la hora de su vuelo saliera. También estaban algunas personas que parecían ir solas, y una de ellas, que era un joven, se encontraba comiendo una bola de arroz, como para calmar el apetito antes de tomar el avión. Entre ellos, estaba una mujer mayor leyendo un libro con sus enormes lentes puestos, acomodándoselos de vez en cuando, pues éstos se le resbalaban de su delgada y fina nariz. Habían otras dos familias en el fondo, y dos mujeres se encontraban saliendo del baño en ese momento.

La mayoría esperaría que hubiera mucha más gente, especialmente porque las vacaciones de verano apenas iban por la mitad, así que no sería extraño que los viajantes vinieran y fueran todos los días y a todas horas. Sin embargo, contrario a toda expectativa, no había demasiada gente, pero eso no parecía importarles a aquellos dos jóvenes que estaban sentados en dos sillas, ajenos a cualquier cosa que sucediera a su alrededor.

Uno de ellos estaba a punto de decir algo, pero el otro lo detuvo.

-No digas nada -le pidió, bajando la mirada.

No obstante, la contestación del otro fue tomar su mentón con delicadeza y atraerlo hacia sí mismo para besarlo, completando la acción de la manera más suave posible, como si temiera lastimar sus labios con aquel roce.

-Te amo -le dijo el otro joven, una vez que se separó un poco de él, aunque sin soltar su mentón aún -, y no hay nada más qué decir -concluyó con simpleza, y fue ese el momento en el que lo soltó.

El chico se quedó estático, mirándolo fijamente, hasta que sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no lloró, no todavía. Se prometió que sería fuerte, ¿qué había pasado con eso? "Se fuerte, Tae", pensó, "no quieres irte, pero debes hacerlo".

-También te amo -aseguró Tae, entonces, tomando la mano del otro para entrelazarla con la suya.

-Lo sé -murmuró, forzando una sonrisa.

-No te quiero pedir que me esperes -le dijo, recargándose en su asiento.

-¿Y si quiero hacerlo? -le preguntó, llevando la mano que tenía entrelazada con la suya hacia su boca, depositando un beso en ella.

Tae se sonrojó, y no pudo evitar sonreír ante aquel contacto.

-¿Qué tal si no funciona? -insistió con su negativa.

En ese momento se escuchó una voz proveniente de las bocinas del aeropuerto, anunciando que el vuelo hacia Tokio estaba a punto de salir y los pasajeros debían abordar. Ambos se quedaron congelados, sin saber qué hacer, ya que el tiempo se había acabado. Aun así, el primero en hacer algún movimiento fue el otro joven, haciendo que Tae se levantara también.

-Vayas a donde vayas, estaré contigo -aseguró el joven -, aquí -señaló el pecho de Tae, sonriendo levemente.

Aquello fue lo que hizo que el chico llorara por fin, lanzándose a los brazos de su novio para estrecharlo con fuerza, como si de aquella manera sus corazones pudieran estar juntos para siempre, sin importar si se separaran por miles y miles de años. El chico le correspondió al abrazo, acariciando suavemente su cabello, como siempre hacía cada vez que se abrazaban.

-Volveremos a estar juntos, ¿de acuerdo? -manifestó, alejándose del chico y secándole las lágrimas del rostro con delicadeza.

-¿Lo prometes? -le preguntó, sin dejar de llorar.

-No hay nada que Jung Hoseok no pueda cumplir -sonrió, señalándose a sí mismo.

El otro simplemente rio, secándose el rostro con el dorso de su mano.

-Sé que debes irte ya, pero hay algo que necesito que tengas -le dijo, tomando su mano.

El otro no dijo nada, sino que se quedó mirando lo que Hoseok estaba haciendo, sacando un brazalete de cuero del bolsillo trasero de su pantalón para comenzar a ponérselo sobre su muñeca.

-Por si no lo notaste, yo tengo una igual -le enseñó, mostrándole su mano.

Tae, lo que hizo, fue tomar su rostro entre ambas de sus manos y acercarse hacia él.

-Gracias, gracias, gracias -decía, mientras lo besaba una y otra vez sobre los labios.

Antes de que Hoseok siquiera pudiera seguir riendo por su reacción, se anunció la segunda llamada para el vuelo a Tokio.

Ambos se encaminaron al área de abordaje, sin soltar sus manos. Sin embargo, llegó el momento en el que debían separarse, y aunque soltaron sus manos, aunque Hoseok observó la manera tan triste en la que su novio se alejaba, supieron que pasara lo que pasara, el destino volvería a juntarlos y podrían ser felices.

O por lo menos eso creían.

Serendipia (Vhope, Hopemin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora