34. Culpa

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[Yoongi]

—¿Cuándo fue la última vez que viste a Minho? —me preguntaba uno de los oficiales.

Yo estaba sentado en la mesa del comedor, mientras ellos tomaban nota de todo lo que decía. Al parecer, mi hermano se había ido de casa del amante de mamá hoy por la mañana, y no tenían manera de contactarlo, porque había dejado su móvil en la cama en la que había dormido ayer por la noche. Había dejado casi toda su ropa, pero su mochila no estaba, además de que mamá aseguraba haber tenido más dinero en su cartera. Pensaron en que tal vez había huido a algún lugar, pero nadie podía saber a dónde se había ido.

—Hace dos días, por la noche cuando mis padres se peleaban —le contesté, sin poder pensar en los lugares donde él pudiera estar. No podía haberse perdido de esa manera.

—¿Él no te dijo si tenía planes o algún "sueño" de huir de casa? —siguió cuestionando.

—No —"pero yo sí", pensé.

—¿Él se drogaba? —preguntó entonces.

—No —mentí, pensando en la cocaína.

—¿Y qué es esto? —preguntó el otro oficial, poniendo una bolsa con un polvo blanco sobre la mesa.

Yo me quedé callado, mirándola, sin poder hablar.

—Es importante que nos digas todo lo que sabes, Yoongi, sólo así podremos encontrar a tu hermano —me dijo el oficial, casi de manera comprensiva, pero no le creí, no pude.

—Yo no sé nada que pueda ayudarlos, oficiales, ya se los dije; la última vez que lo vi fue hace dos días antes de que ambos fuéramos a dormir, y antes de que ella se fuera de la casa con él —les dije, refiriéndome a mi madre, sintiendo que quería llorar por la frustración que me traía toda aquella situación.

Ellos soltaron un suspiro y comenzaron a hablar entre sí, pero no los escuché, porque me levanté de mi asiento y comencé a dirigirme escaleras arriba.

—¿A dónde vas, Yoongi? —me preguntó mi padre, por lo que me detuve.

—A mi habitación —le contesté, sin mirarlo.

—Los oficiales no han terminado contigo —intervino mi madre, así que volteé hacia ellos.

—Pero yo ya terminé, y escuché lo suficiente como para saber que si esta familia antes no estaba arruinada, entonces ahora lo está —le dije, con la voz más venenosa que tuve —. Debes estar contenta ahora.

—Ella no tiene la culpa de nada —dijo el amante.

—¿Y quién la tiene? ¿Tú? —inquirí.

—Ya basta —dijo mi padre con voz calmada, pero amenazante, por lo que no dije ninguna palabra más y me fui a mi habitación, pensando en qué hacer ahora.

No pensaba quedarme de brazos cruzados mientras Minho estaba allá afuera perdido, quizás en problemas. No podía dejarlo a su suerte, debía hacer algo.

Por eso, tomé mi mochila, sacando los libros de la escuela de ella y puse algo de ropa ahí dentro. No podía irme aun porque estaban todos allá abajo, así que pensé en esperar hasta la noche, cuando todos estuvieran dormidos. Todavía no sabía demasiado bien a dónde iría, no sabía cuál sería el último lugar donde él había estado, pero en todo caso debía ir a Daegu, pues seguramente alguien lo habría visto ahí, o por lo menos eso quería pensar.

Una vez que mi mochila estaba lista, me agaché junto a mi cama y saqué una caja llena de polvo que tenía ahí debajo. Era mi caja de emergencias como ésta, y estaba llena de dinero que alguna vez utilizaría para huir. Lo había estado ahorrando por dos años, y no sabía cuánto era, pero creía que podría alcanzarme para el gran viaje que tenía que hacer. Recordaba que había comenzado como un ahorro para un regalo para Hoseok, ya que él me había dicho en ese tiempo que siempre había querido una de esas lámparas de lava para su habitación, pero tardé demasiado en juntar el dinero, y cuando iba a comprársela, me dijo que Tae le había regalado una, así que no había podido utilizar ese dinero.

Serendipia (Vhope, Hopemin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora