32. Consecuencias

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[Jungkook]

Yoongi y yo lo teníamos todo planeado. Digamos que acordamos en encontrarnos después del partido en un punto clave con una mochila con algo de ropa, dispuestos a comenzar de nuevo en cualquier otro lugar, lejos de aquí. No recordaba que algo me emocionara tanto como esto, porque sentía que podría librarme de muchas cosas, y eso me hacía sentir aliviado.

Sentía que con Yoongi era feliz, creía en que sería feliz, porque cuando lo miraba, cuando él sonreía por algo pequeño, estaba seguro de que quería seguir mirando esa sonrisa el resto de mi vida. Yoongi era lindo, y aunque a él pareciera molestarle, siempre intentaba decírselo, porque además de que me gustaba molestarlo, de verdad lo creía.

En resumen, las cosas iban relativamente bien, porque lo tenía a él, y ya no me sentía solo, sino que parecía que éramos él y yo contra el mundo, como si pudiéramos hacer cualquier cosa siempre y cuando estuviéramos juntos. El problema es que a veces lo sentía inseguro de aquella decisión, a veces parecía que no estaba totalmente seguro de querer irse conmigo, pero me encargaría de que no se arrepintiera, de que confiara, de que tuviera algo de fe en todo esto.

Pensaba en eso mientras estaba en clases. Hoy me tocaba entrenar con él, y estaba un poco ansioso para que la hora de salida llegara. Durante el almuerzo lo miré, y aunque él también me dirigió la mirada, sólo me guiñó un ojo y medio sonrió mientras Hoseok, Jimin y Kai estaban distraídos. Era cierto, Jimin se había vuelto a sentar con ellos por alguna razón, aunque no se miraba animado, pero por lo menos ya no estaba solo.

A decir verdad, Jimin me preocupaba, porque sabía que estaba mal, pero no podía con mis propios problemas como para intentar ayudarlo a él. Todo era desastroso en nuestra relación, y nos habíamos alejado hasta el punto de no mirarnos ni siquiera estando en casa, lo cual me dolía hasta en lo más profundo, por eso prefería estar fuera de casa.

—¿Por qué miras hacia allá como un idiota? —me preguntó Yugyeom de repente, mirándome atentamente.

—Es cierto, también lo note. ¿A quién mirabas?, ¿a Yoongi? —cuestionó Bambam, examinadome.

—¿Qué? ¿De qué hablan? —intenté negarme, bufando.

—Últimamente actúas de manera extraña —señaló el más alto —. Tiene algo que ver con él, ¿cierto?

Yo los miré por un momento, y de verdad parecían preocupados. Ellos eran mis amigos, pero a ninguno le había contado acerca de mi relación con Yoongi. No es que fuéramos novios, pero era obvio que teníamos algo, aunque jamás lo hubiéramos establecido. Además, me iría, tal vez ellos debían saberlo, aunque no podía decirlo ahí.

—Chicos, tengo algo qué contarles —les dije, seriamente, y ellos automáticamente se inclinaron hacia mí —. No, aquí no. Es algo muy importante, y no quisiera que nadie más que ustedes lo supiera, así que se los contaré después. ¿Qué tal si van el jueves a mi casa? —propuse.

Ellos lo pensaron por un momento, y se miraron antes de responder, como hablando con la mirada.

—De acuerdo —contestó Bambam por fin, mientras nuestro otro amigo asentía.

El resto del almuerzo ellos charlaron acerca de transexuales y uno que otro chisme al respecto, pero me observaban con recelo, como si intentaran averiguar de qué se trataba el asunto que quería contarles. Yo intenté portarme normal, que no sospecharan nada y olvidaran el asunto, aunque sabía que eso era imposible. Los chismes eran como drogas para ellos, y seguramente estarían ansiosos por saberlo.

De todas formas, el almuerzo terminó pronto y sólo me quedaron unas horas para reunirme con Yoongi. Ya quería verlo de nuevo, y ni siquiera comprendía por qué. Tal vez era que de verdad estaba enamorándome, pero enamorarme jamás se había sentido tan bien. Recordaba que con Jimin todo me dolía o me era imposible no sentirme mal; con Yoongi todo era diferente.

Serendipia (Vhope, Hopemin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora