11. Conflictos familiares

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[Baekhyun]

Cuando terminé de arreglar mi mochila, salí de mi habitación con ella sobre mi espalda. Me fijé al final del pasillo y vi que la puerta de Namjoon se encontraba cerrada. Suspiré de alivió y comencé a caminar hacia la salida, seguro de que aunque él me escuchara salir, no podría alcanzarme y cuestionarme, tal como lo había logrado tan sólo un par de veces.

Sabía que todo esto estaba mal, pero no podía dejar que él supiera nada, por más que me doliera. Además, se lo había prometido a Jin y no podía romper esa promesa. Sabía lo importante que era mi primo para él, y aunque estaba en desacuerdo con todo aquello, simplemente no podía negarme y dejar salir todo aquel secreto que guardábamos él y yo.

Al llegar a la puerta, tomé el pomo, pero antes de poder abrirla, la voz de Namjoon, que me provocó un sobresalto, me detuvo.

—¿A dónde vas? —me preguntó.

Yo no quise voltear a verlo al principio, sintiendo que podría leer lo que pensaba si me veía a los ojos, pero al final decidí encararlo.

—Necesito hacer unos encargos —contesté, sonriendo.

—¿Qué tipo de encargos? —cuestionó, con el ceño arrugado mientras se acercaba a mí.

—Cosas de hombres —le dije, guiñándole un ojo, dispuesto a irme un vez por todas, así que giré el pomo de la puerta.

—¿Tiene qué ver con Jin? —inquirió, y para ese momento lo escuché mucho más cerca de mí de lo que estaba antes, por lo que supuse que se encontraba justo detrás de mí.

—¿Por qué tendría que ver con él? —indagué, mirándolo de reojo.

—No ha venido al edificio en cuatro días —señaló —, y créeme que sé que no es la primera vez que esto sucede.

—¿Estás diciendo que lo acosas tanto que te das cuenta cuando llega o no a casa? —solté, intentando desviar el tema, aunque sabía que no sería tarea fácil, especialmente tratándose de Namjoon.

—Sabes muy bien a lo que me refiero —me dijo —. Además, no soy el único que se ha dado cuenta; algunas ancianas me han preguntado dónde está.

—No sabía que Jin tuviera admiradoras —dije, a punto de abrir la puerta definitivamente, antes de que siguiera interrogándome.

—No juegues conmigo, Baek —le escuché decir, en un tono de voz duro.

—¿Qué quieres que te diga, Nam? —le pregunté, encarándolo y soltando la puerta —. ¿Que iré con Jin y que sé dónde está?

—Quiero la verdad —me dijo, y vi que sobre sus ojos había algo parecido a la tristeza —. No comprendo muy bien qué es lo que tú y Jin se traen, pero no es algo que me importe por completo. Tan sólo quiero que tengas en cuenta que soy quien está a cargo de ti, y creo que tengo el derecho de saber por lo menos a dónde vas, incluso si vas a esos lugares de putas que él y tú frecuentan —manifestó, y noté que se ponía inquieto.

—¿Lugares de putas? —repetí, con el ceño fruncido.

—Ya sabes, donde Jin saca a sus chicas con SIDA y todas esas mierdas —dijo.

—¿Por qué lo dices como si lo dieras por hecho? —inquirí, un poco molesto por su comentario.

—¿Me equivoco? —cuestionó, enarcando las cejas.

—Tú no sabes nada acerca de Jin —aseguré, seriamente.

—Tan sólo quiero cuidarte —me dijo —. Ambos sabemos que él no es buena influencia.

Serendipia (Vhope, Hopemin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora