-Mierda, no puedo hacerlo.
Tomé el brazo de Diego y lo tranquilicé, lo había acompañado a un pequeño café en una plaza que quedaba cerca del internado.
-Vamos, apartemos una mesa mientras llega Abby.
Nos sentamos en una mesa junto a la ventana y mientras él pidió un té.
Unos minutos después se escuchó es sonido de la campana al tiempo que se abría la puerta y entraba una chica de cabello castaño y rizado.
Diego tragó saliva y se puso de pie
-Bueno, feo, me voy.
-Adiós, eh... y gracias Itzel.
Le sonreí y me dirigí hacia la puerta, Abby pasó frente a mi y me miró, pero lógicamente no sabe quién soy, así que me ignoró y siguió con su camino.
No pude evitar notar que un pedazo de su mejilla y su barbilla tenían cicatrices, pero aún así, no se veía mal, le daba un aire misterioso, y seguía siendo muy guapa.
Aunque no pude evitar pensar la razón por la que le había pasado eso.
Salí del café y empecé a caminar por las tiendas, no iba a perder la oportunidad de comprar una blusa linda.
-¿hola?- contesté mi teléfono en cuanto empezó a sonar.
-Pequeña, Charlie tuvo un accidente, tú padre y yo ya vamos para Canadá ¿crees que puedas venir?
Le dije a mi madre que hablaría con el director para ir con ellos y colgué.
De repente una fina lagrima corrió por mi mejilla, pero la aparté rápidamente.