Unos minutos después pasamos todos al comedor para comenzar la cena de Navidad. El señor Maya y mi padre se sentaron en las cabeceras. A lado estaban sus esposas y después sus hijos. Charlie quiso sentarse junto a Mía, así que yo me senté junto a Jorge, en cuanto lo hice Charlie me guiñó un ojo y yo solo lo fulmine con la mirada.
Los adultos hablaban de cosas como política, el internado, sus vidas o qué tal les había ido en Canadá y que tal vez algún día podríamos visitarlos ya que Charlie estudia ahí.
La cena pasó lenta y en calma. La comida estaba bien, pero aunque mi madre y la Señora Maya se hallan esforzado mucho a mi simplemente no me gusta el pavo ni nada de lo que se sirve en Navidad ¡siempre es exactamente lo mismo! ¿No podemos cambiar alguna vez?En el momento en el que sirve mi madre el pavo yo frunzo el ceño y al parecer Jorge se percata de eso porque me da un leve golpe con el pie por debajo de la mesa y cuando volteo a verlo el arquea sus cejas divertido.
Al finalizar la cena todos nos dirigimos a la sala y nos sentamos, son las 11:37 y yo ya estoy cayendo en sueño, pero reúno todos mis esfuerzos y mantengo mi cabeza erguida.
Todos los años organizamos un pequeño intercambio entre todos así que mi madre sacó los regalos que estaban debajo del árbol y el Señor Maya y Jorge fueron por los suyos a su auto que estaba aparcado frente a la casa.
A mí me tocaba darle a Mia. Le había comprado un pequeño bolso que venía junto con una cartera a juego. En cuanto la vio le encanto y se puso a saltar por la estancia hasta que llegó a mi y me abrazó. A Jorge le tocó mi madre, a ella el señor Maya y así siguió el intercambio hasta que llegamos a la Señora Maya, ella se levantó y sacó una pequeña bolsa de Victoria's Secret y me miró, lógicamente como cualquier chica me emocione demasiado y corrí a tomarlo, no sin antes darle un abrazo y agradecerle a la Señora Maya. Me senté otra vez en el sofá y mientras el intercambio continuaba con Charlie yo abrí la bolsa, era un perfume: Rosa llamado Secret crush, lo abrí y puse un poco en el dorso de mi muñeca. Lo lleve a mi nariz, olía delicioso. Definitivamente este era ahora mi perfume favorito. Levante la mirada y me encontré con los ojos de Jorge, con esos hermosos ojos color café... Profundos, él sonreía y se veía tan guapo. ¿Qué? No Itzel. No pienses eso.
Pasó la noche y al cabo de un rato anuncié que iría a acostarme, realmente estaba agotada. Le di las buenas noches a todos y me retiré hacia mi habitación.
Una vez ahí cerré la puerta y me senté en la cama para quitarme los zapatos. Ya me había quitado uno cuando alguien llamó a la puerta. Un poco molesta por el hecho de que alguien estuviera interrumpiendo que por fin voy a ir a dormir me levanté y me acerqué a la puerta. La abrí e inmediatamente unos suaves labios se posaron sobre los míos, cerré los ojos mientras colocaba mis manos alrededor del cuello de Jorge, el cerro la puerta detrás suyo y después posó sus manos en mi cintura. Segundos después se separó y me sonrió.
-Moría por hacer eso de nuevo Itzel.-dijo Jorge sin dejar de mirar mis ojos.
Sentí arder mi cara en ese momento, debía estar como un tomate a punto de explotar así que me di la vuelta y camine hacia la cama, me senté y me quité el otro zapato intentando disimular que mi cara debía de ser del color de una manzana.
-En fin, venía a darte esto.- alcé mi cabeza y vi a Jorge extendiendo su brazo con una pequeña caja en su mano. Me levante y la tomé.
-Jorge... No tenías porque, ahora me siento mal. Yo no te hice ningún regalo- dije agachando ligeramente la cabeza y sonriendo.
-Creo que dejar que te besara esta noche ah sido uno, y uno muy bueno.- sonrío y yo hice lo mismo.-bueno, creo que mejor bajo o Charlie creerá que esta vez sí nos acostamos. Feliz Navidad Itzel.
Salió y yo me quedé ahí, feliz por aquel detalle que no esperaba y también porque había tomado una decisión. A mí me gustaba Jorge.
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Pasaron los días y no vi a Jorge, supuse que lo vería hasta regresando a "La élite".
No había día en que al menos un segundo de las malditas veinticuatro horas que tiene el día no pensara en el, y Charlie no ayudaba, cada vez que tenía la oportunidad sacaba el tema y reía, amo a mi hermano, pero que ahora tenga un moretón en el brazo es su culpa.
El regalo que me había hecho Jorge era... Bueno, lo amé.
Era una pequeña pulsera de oro con mi nombre en ella. Era delicada y brillaba.
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Me levanto temprano, tomó una ducha y bajó a desayunar son las 6:00 am. Todos ya están desayunando. Hoy salgo hacia Manhattan y Charlie a Canadá, solo que su vuelo sale en la tarde. Después de un delicioso desayuno preparado por mi madre subo rápidamente y bajo mi maleta. Por suerte empaque todo anoche.
Mis padres se despiden de mí en la puerta de la casa ya que ellos tienen trabajo y no pueden acompañarme al aeropuerto. Quien lo hará será Charlie.
-sube Itzel o se te hará tarde.-grita mientras sube mi maleta en la parte de atrás del auto.
Me despido una última vez de mis padres y rodeó el auto hasta subir al asiento del copiloto.
-Todavía me duele el brazo ¿sabes?-me réplica Charlie mientras sonríe y arranca el auto.
-No tienes nada que decir, te lo ganaste.- el ríe y pone la radio.
-no es mi culpa que la pequeña Itzel se fuera acostar con el pequeño Jorge y olvidaran cerrar la puerta.
-Eso no iba a pasar Charlie, solo somos... Amigos- digo mientras giro mi cabeza hacia otro lado esperando que no me delate la mirada.
-Uy si, JAJA. ¿Ya le regresaste su camiseta? Porque no creo que a nuestra madre le guste encontrarla por ahí en la casa. Créeme, yo lo sé.
-tres cosas Charlie. Uno. No tienes por qué meterte en mi vida privada, dos. La camisa ni siquiera es de Jorge. -y en cuanto las palabras salen de mi boca sé que me voy a arrepentir de esto. Charlie voltea a verme con una gran "o" en su boca e inmediata,ente empieza a reír.-Eres increíble.
Charlie me deja en el aeropuerto y le doy un gran abrazo, a pesar de todo voy a extrañarlo y sé que me va a recordar unas cuantas semanas cada vez que se vea el brazo.
Me aproximo a la sala de espera y fijo mi vista en la pantalla donde aparecen los vuelos. Ya he dejado mi maleta para que la suban al avión así que mientras saco un libro de mi mochila y me pongo a leer.
-Linda sorpresa verte aquí.-levanto los ojos al notar que es a mí a quien me hablan y no logro ocultar una sonrisa en mi rostro.