Capitulo 23

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DIEGO

-¡Felices vacaciones!-. Le digo a Itzel y le doy un abrazo. Me gustaría decirle algo más pero nada pasa por mi cabeza, así que ella sonríe y se despide con la mano para darse la vuelta e ir a tomar su avión.

Me siento en la sala de espera junto con Erik. Unos minutos después su avión aparece en pantalla y nos despedimos para que el vaya a tomar su avión. Mi vuelo fue anunciado aproximadamente una hora después. Me levante con mi valija y fui hacia el avión, me senté a lado de la ventana junto a un señor gordo, calvo y con un gran bigote que disfrutaba de una siesta mientras le caía la baba por el mentón.

Me gusta ir mirando la ventana, observando lo pequeño que se ve todo desde arriba y pensando que algún día mi padre voltearía hacia arriba y vería el avión en el que estoy abordó. Pero sé que eso jamás pasará.

Después de un largo viaje llegó al aeropuerto de Texas. Desciendo del avión y voy hacia la banda donde pasan las maletas. Tomó la mía en cuanto la veo pasar y cuando doy la vuelta veo a mi hermana y a mí madre esperando al otro lado de las puertas de cristal que nos separan. Voy hacia ellas y les doy un gran abrazo y mi hermana se sube en mi espalda como si yo fuera su caballo y ella el jinete. Tomó mi maleta con ella enzima y empezamos a andar.

Después de un viaje en auto llegamos a una pequeña Casa Blanca de una planta con un gran jardín y un árbol a lado.

Bajamos del auto y entramos a la casa. Yo me dirigo hacia mi habitación y dejo mi valija encima de la cama.

A veces preferiría no pasar las vacaciones aquí y quedarme en "la élite", porque lo único que hace este lugar es recordarme a ese imbecil que nos abandonó. Cuando tenía tres años mi padre nos dejó. Mi hermana no recuerda nada de él, pero yo sé que a veces va a la habitación de mi madre a buscar fotos de él.

Al menos mi madre es feliz ahora. Cuando cumplí 10 años mi madre conoció a un señor rico en un partido de tenis al que fue a verme jugar con otros niños de mi edad. Después de un tiempo se enamoraron y se casaron. Al principio nos quería, nos venimos a vivir a esta casa y me consiguió una beca para mí y para mi hermana Sara en "la élite", pero ella no quiso ir a Manhattan al internado y prefirió terminar sus estudios en Texas. Cuando cumplí 15 años me metí en un problema en el internado junto con Alex, Jorge y Eric. Casi nos expulsan, pero él fue a hablar y logró convencerlos de que mi promedio no bajaría y seguiría esmerándome para que pudiera quedarme ahí. Al salir de el despacho del director me pidió que lo acompañara al aparcamiento, ahí me entregó las llaves de un jeep rojo y me explicó que en mi ausencia mi madre y el habían tenido algunos problemas así que iba a regresar a Texas para firmar el divorcio.

Mi madre es feliz. Y eso es lo importante. Ese señor le manda dinero para poder pagar las cuentas y mantenernos bien.

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Aunque ya es noche abro mi maleta y saco mi cuaderno de dibujo junto con un lápiz. Salgo de mi habitación y me siento en el césped bajo el árbol del jardín

-¡Diego! ¿Cuándo va a ser el día en que me dejes ver ese maldito cuaderno?-pregunta Sara al acercarse sigilosamente y ver que yo cierro el cuaderno y lo dejo a un lado.

Ella se sienta a lado mío mientras yo le sonrió.

-Y dime hermano... ¿Que ah hecho Sofía esta vez?- pregunta Sara y me quedo pensando.

-Vaya, no lo había notado. No ha entrado al internado. Aunque su padre estaba en la última junta del auditorio... Es raro.

-Haha, y dime ¿A cuántas chicas has dejado con el corazón roto esta vez?- sonríe maliciosamente y ríe.

-¿De qué hablas Sara?- preguntó en tono inocente.

-Vamos Diego. No soy idiota. Sé que cada noche te metes con una chica diferente.

-Ya no más.- Digo mientras mi mente piensa en una chica con ojos grises y una pizca de azul. Delgada y con cabello castaño...

-<-<-<-<

21 de diciembre. Me levanto temprano y tomó el regalo que fui a elegir con Itzel. Lo meto en la primera bolsa que veo y entro a la habitación de Sara, que sigue con una gran sandia pintada en la pared. Ella despierta un poco adormilada con su pijama que parece una manzana y me sonríe.

Al ver su expresión al momento de abrir el regalo tomó mi teléfono y le mando un mensaje a Itzel. Definitivamente fue prefecto.

Itzel still loving...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora