capitulo 20 SILENCIO

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Evans

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Evans

Evans

Miles de cosas tengo por hacer, ponerme al día en la oficina, en el taller, sin contar el dolor de diente que me está matando y la acidez, ni agua puedo tomar.

No sé qué me sucede, no tengo una carié mi dentadura es perfecta soy un maniático con la boca.

Y ¿Qué hago yo? Estoy escuchando el sermón de mi hermano...y lo peor de todo es que él es el menor.

-Evans me escuchas.

-Si – mi mente está en mi mujer acostada en mi cama, dejando su olor en mi almohada, ¡en nuestra almohada!

-Hermano, como puedes hacerle el amor sabiendo que hacía minutos que se levantaba de 2 días de estar desmayada.

Si el supiera como me la cojo, de pensar en las marcas en mi espalda, mi temperatura se eleva.

En mi vida llegue a sentir estos grados de posesión, según mi hermano soy un calentón, que culpa tengo que la temperatura de mi cuerpo este siempre a nivel de los rayos del sol cuando estoy cerca de mi mujer.

Decido parar este monologo que está haciendo mi hermano, nadie va decirme como tratar a mi mujer, tiene razón, pero como no pasó nada malo, entonces no veo por qué tanto alboroto.

Y si es por el ruido, que se acostumbren a mí me encantan sus gritos, es mejor que todos escuchen que mi mujer siempre está satisfecha.

Además, papa y mama ya se mudaron a la parte baja y mi hermano está lejos de mi habitación.

Prefiero que mi mujer no pueda ni caminar por el dolor que deja mi cuerpo en el medio de sus piernas, antes que busque en otro lado, alguien más la deje saciada.

James me da un sermón porque no vio lo que yo vi, su cara de gata saciada, cansada, sudorosa, con la piel roja en todas las partes que mi boca dejo sus rastros.

-James escucha hermano, no voy a discutir contigo, cuando le voy a tocar a mi mujer y cuando no. -abre su boca para hablar, pero no se lo dejo.

- Cuando tengas esposa dame consejos, mientras tanto te agradecería que no te metieras en mi vida sexual, y menos si ella lleva mi anillo.

-Que tiene que ver el anillo –la voz de mi hermano es de enojo total.

-Es el permiso del cielo para comérmela todas las veces que me dé la gana, y te cuento algo hermano -digo acercándome a su oído.

-Mis ganas son muchas y quizás en 100 años me sacie de ella, total es la única mujer que tengo permitido tocar ¿no?

Está enojado molesto, la tensión de su cuerpo, se nota a leguas que le falta sexo.

-Así que se aguante un marido como yo.

-Hermano creo que no conoces a tu querida mujer.

-Y tú, si James –digo de manera amenazante, él se aleja de mí.

Escapando de Alysa       (+ 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora