EL pensaba que la Apocalisis era metafórica ,hasta que Alysa llego a su vida
Ella es un alma libre , hasta que se cruzo con el cazador
dos personas totalmente diferentes unidas por un pacto ancestral
ELLA DINAMITA ,EL UN CAVERNICOLA
aprenderán que...
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Evans
Me levanto sintiéndome extraño, con miedo, con felicidad, con nostalgia, con tristeza.
Bajo a la biblioteca y busco un álbum de fotos, paso una a una, donde estoy con mi hermano pescando, otra donde estamos del brazo de mama sentados en el pasto un día de picnic.
Y así paso una foto tras otra, suspiro sacándome un peso de mi pecho, preguntándome ¿qué clase de padre seré? ¿Sabré criar un niño?
¿Como saber si la decisión que tomo es la correcta?, miro la foto de mi papa en la repisa, en estos momentos la admiración que tengo por mi padre se multiplica a pasos agigantados.
Jamás nos faltó nada, su consejo siempre estuvo ahí, por más que casi siempre termine haciendo la decisión contraria, y cuando fallaba nunca me dijo te lo dije, al contrario, estaba ahí sosteniendo mis hombros.
Estoy aterrado, mi matrimonio con Alysa siempre estuvo planeado, pero ambos nos casamos por razones equivocadas, para demostrarle al otro quien era más fuerte, ella es impulsiva, hasta testaruda, explosiva.
¿Pero acaso yo no lo soy yo también? nunca le dije palabras cariñosas, las únicas que recibe son antes que mi pene entre en ella.
Ahora que un hijo se viene, necesitamos espacio, un lugar para el nuevo integrante, muebles nuevos, ya quiero ver cuando monte su primera moto y si es niña, ¡ahí sí estoy perdido!
Solo de pensar que alguien toque su mano, me da ideas de mil formas de matarlo lentamente.
Mi hijo, mi hija, suspiro hasta tratar de regular mi respiración.
¿En qué momento Alysa entraste en mi mundo para desbaratarlo?
Y así estoy imaginando a un niño rubio, sentado conmigo en la moto, cuando un sonido me saca de mis pensamientos, me giro para ver a mi hermano mirándome extrañado.
-Hola –dice mirándome detenidamente, buscando un indicio de que sucede.
-Ven –le digo palmeando el sillón a lado mío.
- ¿A qué viene esto Evans? –pregunta seriamente, no puedo culparlo.
Desordeno sus cabellos con mis manos.
- Acaso no puedo sentarme con mi hermano pequeño.
-Por mi está bien –dice colocando bien sus cabellos y recostándose en el sillón.
- Ya dime que pasa, ¿tu mujer te dejo?
Mi mirada se detiene en su rostro.
-Acaso no te he enseñado que a mí nunca ninguna mujer me deja.
-Si tú lo dices –su respuesta me parece muy blanda.
-Gracias por la confianza –digo incrédulo a su falta de fe hacia a mí.
