3: Desayuno con Mr. Humor.

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La insoportable alarma comienza a chillar como un bebé en los oídos de Jongin, indicándole que ya es hora de levantarse. Pero eso sólo genera una terrible irritación mañanera en el moreno. Con su mano, abofetea con fuerza el despertador haciendo que este caiga, que emita un ruido seco al estamparse contra el suelo y que se desarme al instante.

—Mierda —murmura con la voz ronca y se levanta de golpe para así quedarse sentado. Observa como los objetos de su nueva mini habitación se mueven y se multiplican, también sintiendo como su cuerpo se mece con lentitud hacía un costado hasta que el movimiento se hace más rápido y preciso, y el cuerpo adormecido del moreno rebota con rudeza contra el suelo como el despertador que aún sigue desarmado en su lugar—. ¡Mierda! —sisea esta vez, quedándose un momento en esa posición para poder recuperarse, mirando el techo, esperando.

Su madre siempre le dice que no debe levantarse tan de repente porque eso sólo le iba a generar un mareo y terribles dolores de cabezas. Y Jongin, siendo tan torpe y despreocupado, nunca le hace caso, nunca la escucha y sigue obstinado con hacer siempre lo mismo.

Luego de unos minutos, se levanta lentamente hasta que por fin está estable y firme. Aquella mini habitación en la parte superior no está tan mal como creía, por lo menos puede estar de pie y no golpearse la cabeza contra el techo.

Busca la ropa que se va a poner ese día y también su cepillo de dientes azul entre sus maletas, frustrándose cuando no lo encuentra. Cuando ya tiene todo en sus manos, toma lo que antes era un despertador y lo deja en su escritorio, prometiéndose a sí mismo arreglarlo algún día. Baja por las escaleras con vértigo y pisa el último escalón con alivio al notar que, para su suerte, no se ha caído como la última vez que bajo unas escaleras, a la temprana edad de diez años.

Se está dirigiendo hacia el baño cuando nota que alguien ya se encuentra allí, tomando una ducha y, por el vapor que sale por debajo de la puerta, se trata de una ducha caliente. Se trata de su compañero de habitación y Jongin sólo puede resignarse con un resoplido, retomando su camino hacia la pequeña cocina para poder prepararse algún desayuno.

Camina con pereza, tomándose su tiempo para todo y tarda más tiempo en llegar que una persona medianamente normal. Apenas tiene un pie sobre la cocina, abre con desesperación el refrigerador, sintiendo su estómago quejarse por la falta de alimentos.

—A ver qué puedo comer —murmura para sí mismo, observando los ingredientes que se encuentran en el contenedor de alimentos. Se pone a pensar en las cosas que su madre habitualmente cocinaba para él cuando vivía con su familia y también en el modo que lo hacía. Él no tiene ni una puta idea de cómo cocinar, siempre se le quemaba el arroz cuando se quedaba solo en casa y terminaba llamando al delivery para que le trajese algo ya hecho. En definitiva, Jongin puede ser cualquier tipo de persona en un futuro muy cercano, pero cocinero no formaba parte de ésta lista.

Luego de quedar varios segundos pegado al refrigerador, observando los ingredientes y sintiendo el aire helado que desprende el mismo, se decide a experimentar con lo que su madre siempre le hacía para desayunar; unos panqueques de verdura. O como eran mejor conocidos en su familia, Pajeon.

Inspecciona los ingredientes, o los que le parecen que son los ingredientes, junto a los materiales de cocina, y empieza con su intento de cocinar un desayuno. Comienza con preparar la masa y cuando la tiene lista, coloca una sartén en la hornalla y esparce aceite sobre ella, y luego manda la masa del panqueque en la sartén con brusquedad. Aquello que está a punto de preparar, según él, va a ser definitivamente delicioso.

Al notar que el panqueque que se está dorando va a tomar su tiempo, hace el mismo procedimiento, y deposita la nueva masa recién hecha, para así poder hacer otro panqueque a Mr. Humor, es decir, su compañero de habitación.

Mírame. [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora