Capitulo 23: ESTOY AQUÍ.

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Aquel familiar olor le embriagó por completo al dar un paso hacia adelante, adentrándose a ese enorme lugar; gris, decaído y amargo, tres adjetivos que se llevaban muy bien con los hospitales.

Se mantuvo caminando con pasos lentos y determinados por los pasillos, acompañado de los médicos que llevaban la camilla de Kyungsoo por esos mismos. Jongin giró su mirada y la fijó en el pelinegro, quién parecía no estar del todo bien y la preocupación lo carcomió, al igual que la culpa. Temía que algo le pasara a sus bellos ojos; no se veía capaz de perdonarse a sí mismo si algo malo ocurría con ellos.

Los médicos, que consistían en un anciano y dos jóvenes vestidos de blanco, dirigieron la camilla al ascensor y en eso, uno de los jóvenes encaró a Jongin con rostro serio y frío.

—Lo siento, pero hasta aquí podemos permitir que acompañes a tu amigo. —informó el enfermero con voz fuerte, haciendo una seña con su mano a una enfermera distraída que captó la situación y se levantó de su asiento, dirigiéndose a dónde ambos se encontraban.

—Pero no puedo dejarlo solo...es decir, ¡no quiero dejarlo solo! —su tono se tornó más alto de lo que esperaba y eso solo género que la enfermera lo tomara de los brazos y lo guiara a la sala de espera. Y aunque estuvo tentado a hacer un escándalo y correr escalera arriba para mantenerse junto a Mr. Golpes, optó por cerrar su boca de una vez y esperar pacientemente en la pequeña sala.

Ya estando en la sala de espera, observó a su alrededor, notando la presencia de personas ocupando algunas sillas. Cada una de ellas tenía una expresión diferente en el rostro; algunos felices, divertidos, aburridos y emocionados, otros deprimidos, destrozados, asustados y llorando. Pero ninguno como Jongin; nervioso.

Y mientras pasaban las horas, Jongin se mantenía pensando en algo que no involucrase a Kyungsoo y la última imagen que se llevó de su aspecto. Entonces, se puso a pensar en cómo iba a sobrevivir a los regaños de su madre cuando se entere de su fugada con la ambulancia. O cómo haría con las clases que perdió aquel día, con los exámenes finales a la vuelta de la esquina, esto iba a restar muchos puntos.

Sin ánimos de seguir con su auto tortura psicológica, Jongin se cruzó de brazos y siguió esperando en silencio, con la mirada perdida en un punto fijo frente a él, quedando accidentalmente dormido en el proceso.

o• o• o• o• o• o• o• o•

 

En el momento en que Jongin despertó, la sala de espera estaba vacía, salvo por dos mujeres mayores charlando en una esquina y una joven observando una revista de moda.

Jongin se talló un ojo y bostezó, sintiendo el sabor amargo en su boca y aún algo de sueño. Como pudo, se levantó de la silla y se estiró disimuladamente, no queriendo llamar mucho la atención de las dos mujeres y la chica. Debía saber cómo se encontraba Kyungsoo, sino los nervios y la preocupación lo matarían lentamente.

Caminó por los pasillos hasta poder encontrarse con la recepción, dónde una chica de bellos ojos negros hablaba por teléfono, anotando garabatos en un papel en blanco. El moreno la observó desde lo lejos por unos segundos, para luego dar los pasos necesarios y quedar del otro lado del cristal, haciendo que la muchacha diese un salto por la sorpresiva aparición de Jongin.

—Discúlpeme por el susto, señorita. —se disculpó de forma respetuosa, intentando ablandar el ambiente para conseguir lo que quiere más rápido y fácil. La chica, excusándose con la persona al otro lado de la línea y cortando la llamada, cambió su rostro y mostró una sonrisa brillante, aquella que siempre debía mostrarle a todos los que se presentaban en la recepción—. No deseo molestarla, pero estoy buscando ayuda para encontrar a un amigo que entró hoy temprano por unos golpes que recibió. —terminó de decir y sonrió ampliamente, con una pizca de picardía, pero la muchacha parecía inmune a aquella sonrisa que podría catalogarse como "seductora".

Mírame. [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora