11: Corazón de piedra.

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Kyungsoo abre sus ojos, sintiendo la incomodidad recorrer todo su cuerpo y observando la obscuridad ante él, con algunos rayos de la luz del sol filtrándose en la habitación. Posa su mirada en la cabellera oscura de Jongin, quién se ha dormido en su estómago mientras su diestra está bien agarrada a la suya, con los dedos entrelazados. Amaga con sonreír, pero el color carmesí de la sangre lo hace sobresaltarse y girarse. La aguja le ha abierto gran parte de la piel, haciendo que la sangre salga a montones y manche toda la blanca sábana.

—Jongin...—murmura con voz cansada y pausada, moviendo el cuerpo adormecido del menor con su brazo sano—. Hey, despierta, me estoy desangrando —no le duele demasiado la herida, pero está sintiéndose mareado por la cantidad de sangre que hay en las blancas sábanas.

—¿Eh? —el moreno eleva su cabeza y mira con los ojos entreabiertos a Mr. Palidez—. ¿Qué? ¿Qué ocurrió? ¿Qué pasa?

—Mira mi brazo —susurra con total tranquilidad, cerrando sus orbes marrones y dejándolos así por un momento para volver a abrirlos a los segundos—. Me estoy desangrando —informa y Jongin sí abre sus ojos de golpe para fijarlos en el color rojo de las sábanas. Está a punto de perder el conocimiento y caer de espaldas al suelo, pero la repentina entrada de la enfermera encargada lo obliga a salir de su posición y, también, de la sala.

Espera varios minutos afuera, esperando y esperando, hasta que no puede resistir más y entra nuevamente a la habitación, encontrándose con el pelirrojo ya vestido por completo, de pie y hablando con el rostro fruncido.

—Espero que estés bien, ¿sí? —dice la enfermera y le sonríe a Mr. Ceño, para luego girarse, despedirse del menor con educación e irse. Jongin observa como la joven se va por la puerta y mira a Kyungsoo, haciéndole miles de preguntas en silencio. Pero Kyungsoo parece reacio a contestar alguna de esas preguntas.

El día está gris, las nubes lucen amenazantes y el viento sopla desmesuradamente. La oscuridad sería absoluta sino fuera por los faroles que alumbran las calles y las luces de los negocios que se encuentran cerca del hospital. Pero aun así el clima es triste y oscuro.

—¡Estoy bien! ¡Ya déjame! —se queja Mr. Mal Humor por la insistencia de Jongin para ayudarlo a caminar. Lo empuja sin muchas fuerzas y camina al automóvil, esperando a que el otro abriera la puerta, mientras se cubría con la enorme manta crochet que el hospital ha dejado para él.

Perdón se disculpa en sus pensamientos el menor, agachando la cabeza y abriendo la puerta del asiento de atrás para que Kyungsoo entre. El más bajo lo hace con indiferencia, como si el menor no existiese y tira la manta abajo. Jongin cierra y se posiciona en su lugar, ahuecando sus manos cerca de su boca, soplando levemente para transmitirse calor. Y así el viaje de vuelta a Seúl comienza.

En todo el transcurso el moreno se cuestiona muchas cosas, perdiéndose en todos los acontecimientos de ese día, preguntándose qué está mal con su compañero de habitación, por qué es así y por qué odia tanto a todos...

¿Por qué me odia?

Sacude su cabeza para dejar de pensar y se concentra en el frente para no permitir que tuviera algún tipo de accidente por su desconcentración y el mal clima. Mira por el espejo retrovisor a Mr. Humor y lo encuentra observándolo, haciendo que ambas miradas se conecten. Jongin tiene un escalofrío en la espina dorsal por el modo en que lo observa, así que sólo aparta la vista y traga saliva. La carretera está casi vacía, una leve llovizna ha comenzado a caer sobre el camino.

—¿Estás bien? —pregunta el menor de los dos luego de unos momentos. Kyungsoo asiente desinteresado pero Jongin, obviamente, no puede captarlo—. Oye, ¿estás bien? —insiste y eso irrita a Mr. Paciencia.

Mírame. [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora