Extra 1: Pesadillas y recuerdos.

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Kyungsoo se encuentra en un lugar que se le hace tan vagamente familiar. Hay algunos doctores ahí, metidos en su mundo y haciendo lo suyo, sin tener en cuenta la presencia del pelirrojo.

Confundido, da unos pasos delante pero para en seco al ver a una persona a pocos pasos de él con la mirada perdida en el cartel azul de aquel lugar y su pie palmeando el suelo, vieja costumbre cuando está impaciente. Se ve a sí mismo, esperando del mismo modo; impacientemente.

La vista de ese producto de su imaginación, aquel Kyungsoo creado por su sueño, se posa en una chica que viene acompañada de unas enfermeras, pero no es cualquier chica...

Ojos redondos y honestos, negros como la noche. Pequeña nariz, como la suya, dándole un aire más fino del que ya muestra. Los cabellos del color del atardecer; rojizo pero con las pizcas de su caoba nativo. Rizado y largo, cayendo como una cascada sobre sus hombros y con pequeños bucles en las puntas. Y su sonrisa, una sonrisa que permite dar un vistazo a la belleza pura, sin arreglos. Belleza natural, eso mismo es la chica que Kyungsoo observa.

La chica mira el cielo con admiración, buscando formas en las nubes y contando las estrellas que allí se encuentran. Sus labios resecos se entreabren y dejan escapar suspiros de asombro. Aquello es algo tan nuevo para ella, algo tan conocido pero a la vez no.

—Jiwon... —murmura Kyungsoo, puede sentir las lágrimas acumulándose en sus ojos, puede sentir ese dolor en su pecho, puede sentir tantas cosas.

La atención de la chica se centra en el pelirrojo y lo mira atenta, dudando unos momentos hasta que de aquellos labios se forma una sonrisa melancólica al notar de quién se trata aquella presencia.

—¡Soo! —exclama con su voz, una voz que suena como el cantico de los dioses mismos. Da pasos lentos hasta él, caminando con dificultad y Kyungsoo sólo quiere morir en ese momento. El dolor dentro de su pecho, la presión en su corazón y las lágrimas saliéndose de sus ojos con libertad. No va a aguantar mucho.

—Hola, Wonnie —acepta el abrazo que ella le ofrece y aprieta con fuerza el delgado y malgastado cuerpo de su pequeña hermanita, hundiendo su cabeza en el hueco de su suave cuello—. Te extrañé...—susurra con su débil voz, impidiendo que aquellos lloriqueos siguieran saliendo de su boca.

—Yo también, Kyungsoo. Pero no llores, estoy bien —asegura la pelirroja y se separa, usando sus manos para poder secar aquellas gotitas de agua que salen de los bellos ojos de su hermano mayor, su protector.

Se observa a sí mismo, observa a un pequeño Kyungsoo de apenas quince años, no muy diferente a lo que es en la actualidad. Pelinegro, aun con aquellos ojos de gran tamaño y que le dan la apariencia de inocencia pura al igual que el temor que ellos poseen. Jiwon, su pequeña hermanita menor de apenas catorce años, aun se ve como la recuerda.

Pero antes de que pueda dar un paso hacia adelante, el paisaje cambia a uno más oscuro y borroso, partes de los árboles desapareciendo, al igual que los rostros de él mismo y la chica, convirtiéndose en caras descoloridas.

Puede sentir la calidez de las sábanas rozar su piel, cómo se encuentra entre la realidad y el sueño, el paisaje difuso haciéndolo confundir más.

Y entonces...todo cae.

Kyungsoo abre los ojos, sobresaltado y con la respiración agitada. Se levanta y observa a su alrededor, convenciéndose de que aquello ha sido solo un sueño, una pesadilla. Un triste recuerdo.

Mira a su alrededor una vez más, encontrándose con el perfecto cuerpo desnudo de su compañero de habitación. El pelirrojo resopla, rodando los ojos en el proceso, y toma la sábana, cubriendo por completo a Jongin quién ya tiembla del frío.

Agarra sus ropas, que se encuentras dispersas por cada parte del cuarto, y se las pone una por una, agregando un abrigo para que su piel deje de erizarse por el frio. Sin nada en mente, dejando los pensamientos de lado, comienza a ordenar cada libro, cada papel y cada maseta rota, dejando cada cosa en su respectivo lugar, en silencio para no despertar al moreno.

Para su suerte, Jongin tiene el sueño más pesado de todos, ni la alarma ha podido despertarlo y eso alegra al pelirrojo, quién puede terminar con la ordenanza de toda la habitación. Y siente cómo sus partes traseras están totalmente sensibles y duelen cómo si no hubiera un mañana, pero intenta ignorar el dolor y continúa limpiando y ordenando, a pesar de que todo ya esté bien organizado.

Observa el reloj de la sala, quedándose en blanco unos segundos mientras no deja de mirar cómo la aguja del reloj se mueve.

—Nueve de la mañana, genial —ironiza en voz baja, tomando otro libro para examinarlo y ver si tiene todas sus páginas, matando tiempo más que nada, también esperando que de ese modo el dolor en su cuerpo se evapore.

Sin éxitos, el dolor en cada parte de su cuerpo lo hace detenerse, al igual que el terrible dolor de estómago y cabeza. Deposita el libro en la estantería y corre al baño, sin dejar de tomarse del estómago hasta que está en el tapete del sanitario, dónde dejó que las náuseas lo consuman y lo hagan liberar todo el malestar que se encuentra.

El dolor de cabeza sigue vigente, al igual que todos los dolores que lo poseen.

—Mierda —sisea con enfado el pelirrojo, escupiendo y levantándose para limpiar su boca, intentando dejar el mal sabor. Odia tanto eso, lo detesta y quiere que se acabe en ese preciso instante, pero Kyungsoo no puede hacer nada más que esperar y esperar.

Se quita la ropa y gira el grifo del agua caliente de la bañera, sumergiéndose en ella hasta quedar sentado, y permanece en aquella posición.

Tal vez de ese modo se va a ir el dolor físico de su cuerpo, aunque duda que el dolor emocional se desvanezca algún día de su mente.

—Debo ir a verla, mierda. ¿Por qué soy tan idiota? Debo verla, debo verla...—repite constantemente, negando con su cabeza y atrayendo sus rodillas a su pecho, cambiando la posición. Cierra los ojos con fuerza, sin percatarse de la pequeña lágrima que se escapa de ellos. Está demasiado absorto en esas cuatro palabras como para notarlo.

Debo ir a verla.


Mírame. [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora