Capítulo 22: ESTÁ BIEN.

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Capítulo 22:

Está bien.

 

Tenía el aspecto más patético del mundo; unas horribles bolsas negras –casi moradas- debajo de sus hinchados ojos, luego de haber pasado toda la noche llorando silenciosamente en su cama, su cabello decidido a no ser peinado ese mismo día, su cuerpo sucio y débil al igual que su estado de ánimo. Sin poder hacer nada para remediar aquella vista que tenía de sí mismo en el espejo, Jongin se resignó y salió del baño con pasos pesados, intentando que su mirada no se desviara hacia el lado dónde se encontraba la habitación de Mr. Humor.

Pero cuando salió del cuarto de baño, su mirada traicionera se posó en la cama del ex pelirrojo esperando encontrarlo allí, pero ésta se encontraba vacía. Extrañado, examinó desde su lugar todo el alrededor buscándolo, sin éxito. Claramente, se había ido.

Con pasos temblorosos, Jongin se desplomó en la cama bien hecha de su compañero de habitación y se deleitó unos segundos con el suave aroma que ésta desprendía. Pero aquel pequeño momento se derrumbó, al igual que Jongin. Su mandíbula tembló y un pequeño grito se formó en su garganta, pero se lo tragó con amargura. Aun así, las lágrimas nublaron su vista, que no tardaron en caer, rodar y dar una sensación de quemazón en sus ojos.

Giró su estremecido cuerpo y se quedó viendo hacia arriba, dándole igual que ahora lloraba silenciosamente pero, a la vez, de forma intensa, con miles de pequeñas gotas de líquido resbalándose de sus ojos.

Quería dormir más y ver si la sensación incómoda en su pecho se esfuma, pero su cerebro parece impedírselo, ya que pequeñas imágenes de la noche anterior se reproducían en su mente, impidiéndole cerrar los ojos y perder el conocimiento.

Le seguía siendo difícil asimilarlo, además de que ahora que sabía lo que ocurría con Mr. Ojos, las cosas eran diferentes y algunas preguntas antes formuladas en sus pensamientos, por fin, tenían respuestas. Nunca había sido su “oscuro pasado”, ni la muerte de Jiwon, ni la adicción de Jieun, ni sus padres despreocupados, ni su tía o tío abusador; siempre fueron sus malditos ojos. Esos que una vez no podían conectar una mirada, esos que una vez tuvieron unos lentes en frente, esos que…pueden dejar de funcionar en cualquier momento.

Porque Jongin sabía. Sabía de esa enfermedad hereditaria, pero a veces uno no ve lo que no quiere. Y es que Kyungsoo le había servido en bandeja la verdad, pero Jongin; o era demasiado idiota o realmente no quería asumir lo que ocurría con aquellos orbes marrones.

Con una mueca lastimera en su rostro, cerró sus ojos aun con lágrimas y negó reiteradas veces con su cabeza, no queriendo asimilarlo aún. No podía, simplemente, no podía ni quería asimilarlo porque era demasiado injusto de creer.

Mirando a su costado nuevamente con sus ojos abiertos, tomó los libros que Kyungsoo solía leer antes de ir a dormir y le echó una mirada al primero.

Para Jongin es aburrido, claro, muchas letras y nada de dibujos, pero aun así sigue leyendo palabra por palabra, mientras se acomoda con la almohada detrás para apoyar su espalda.

En el momento que pasa la quinta página para seguir con su lectura –que terminó siendo una interesante para su sorpresa-, un arrugado papel cae, golpeando su estómago y quedando en ese mismo lugar a los ojos del moreno extrañado.

Lo abre con cuidado y nota que solamente hay un nombre escrito en él.

Jongin.

 Simple y con una caligrafía fina y un tanto elegante que era la de Kyungsoo, sin duda alguna.

Mírame. [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora