Ludmila Steele.
Me desperté como cualquier otra mañana, a excepción de que me encontraba en casa de Renata.
Ya estaba en mi trabajo, esperando a que algún cliente llegara.
Trabajo de secretaria en un consultorio médico. Si lo sé, mala decisión. Pero bueno, es lo primero que encontré. Era eso o era enfermera. Pero si llego a ser enfermera, el pobre paciente muere.
El timbre de la puerta provocó que mis pensamientos salieran de mi mente. Pulsé el botón para que la persona pudiera abrir la puerta.
- Um, buenos días, quisiera hacer turno. - Dijo una voz masculina.
Asentí sin subir mi mirada. No tenía animos de nada, estaba cansada por el juego que tuvimos los chicos y yo ayer.
- Claro, ¿para que hora? - Pregunté.
- Quisiera el turno para antes de la hora de tu salida. - Dijo él.
Subí mi mirada para divisar al chico que me hablaba.
- Woah.. - Susurré.
Que belleza..
Él me sonrió, mostrándome su perfecta dentadura.
- Pedro, me llamo Pedro. - Se presentó.
- Ludmila - Le sonreí.
Ana Villasmil.
- ¡Ana! ¡An, levántate que vas tarde! - Me gritó Andrea desde la planta baja.
Gruñi girándome en mi eje.
- ¿Tarde para que? - Le grité sin abrir los ojos.
- ¡TU TRABAJO! - Gritó Andrea devuelta.
¿Trabajo? ¿Que trabaj- ¡oh mierda!
Mis ojos se abrieron de golpe. Mi cuerpo automáticamente se levantó de la cama. Comencé a quitarme la ropa mientras corría hacia el baño. Giré el grifo y entré a la bañera. Me bañe en tiempo record y salí. Me vestí con lo primero que encontré y bajé las escaleras de dos en dos. Una vez abajo, me despedí de Andrea y comencé a correr. Vi un taxi estacionado así que me subí al taxi.
- A la tienda de deportes, rápido por favor. - Le hablé al taxista.
- Um.. disculpa, pero al parecer estás en un taxi ocupado. - Habló una voz másculina a mi lado.
Me giré y vi a un chico, el cual me sonrió mostrando una pila de dientes perfectamente blancos.
- Yo, um, lo siento. - Dije un tanto avergonzada.
Iba a bajarme del taxi pero el chico me detuvo.
- No, está bien, después de todo creo que nos dirigimos hacia el mismo lugar. - Me sonrió él.
- ¿Trabajarás en la tienda? - Pregunté.
Él negó.
- Realmente, ya trabajo en ella. - Se encojió de hombros. - Por favor, a la tienda de deportes. - Le habló al taxista.
El taxista asintió y puso el coche en marcha.
- Por cierto, Me llamo Robert. - Dijo él.
Yo le sonreí.
- Ana.
Monse Diaz.
Toqué la gigantesca puerta varias veces, para luego alejarme de ella. Luego de varios segundos, una mujer de unos treinta y tantos años abrió la puerta con una gran sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Let's Play. |Libro uno|
FanficDetrás de cada mentira, se oculta una verdad. Detrás de cada broma, hay una pizca de realidad. Detrás de cada noche, hay un lindo amanecer. Detrás de cada juego, hay un final. Todos los derechos reservados. ©