—¡No te acerques!
La voz de Owen me detuvo en medio del camino.
Con la punta del cabello encrespado y los ojos llorosos, me giré para mirarlo. Sentía un vacío debajo de mis costillas, allí donde mi corazón debería haber estado latiendo acorralado. Cuando vi a Owen, con el pelo rubio elevándose detrás de su cabeza y una expresión de miedo, aquel vacío se llenó con los leves pálpitos de mi corazón.
«No te acerques». Eran las mismas palabras que escuché mientras competía contra Damien. Las mismas palabras que oí en lo profundo mi cabeza. Las mismas palabras; la misma voz. Un causante: Owen Collins.
No me costó pensar en lo que eso significaba.
Sin perder más tiempo, corrí hacia él y lo agarré de los hombros. Sus ojos me observaron afligidos, llenos de incomprensión, y sus pies dieron un paso hacia atrás. Tragando saliva, lo sacudí despacio, analizando sus perlas del color de la miel con cuidado.
—Owen, fuiste tú —le dije—. Tú le hablaste a mi mente cuando estaba luchando contra Damien.
La respuesta de Owen fue inmediata.
—Imposible, yo no puedo hacer eso.
—Sé que fuiste tú. —Ladeé la cabeza—. Era tu voz, lo sé. Te comunicaste conmigo, Owen. En mi mente.
—¿Cómo?
—El desarrollo de tu habilidad debe haber incrementado —susurré—. Es la única explicación.
Owen se llevó las manos a la boca y tosió, intoxicado bajo el humo que estaba produciendo el incendio de Scott. Desesperada, le cogí la mano con fuerza.
—Tienes que ayudar a Scott —le pedí—. Eres el único que puede hacerlo. Tienes que decirle que se detenga, antes de que sea tarde.
—No puedo —se rehusó temeroso—. Yo no soy capaz de hacer algo así.
—Si puedes. —Puse mis manos en su rostro, allí donde su piel ardía y sudaba—. Yo confío en ti.
Owen amplió su mirada, intercalándola entre mis ojos, y luego tragó saliva. Sabía que Owen estaba acostumbrado a temer, y que su autoestima rozaba las placas tectónicas de Heavenly. Pero creía en él, tanto como él había creído en mí. Era confianza genuina.
Él me observó un largo momento, consciente de lo que estaba pasando por mi cabeza, y una recarga de determinación pareció llenarle las venas. Sus cejas descendieron y su boca formó una línea recta impenetrable. Relamiéndose los labios, cerró los ojos.
—Y yo creo en ti —susurró—. Si tú piensas que puedo lograrlo, lo intentaré.
Mi corazón dio un pálpito brusco. Antes de que pudiera darle las gracias, Owen junto las manos a la altura de su pecho y respiró profundo. Sabía cuánto le costaba llevar a cabo esa acción. El aire era espeso, apenas respirable. Sin embargo, eso no lo detuvo, ni siquiera un segundo. Él estaba siendo valiente.
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Celeste [#2]
FantasiaSegundo libro de la trilogía Celeste. *Maravillosa portada hecha por @Megan_Rhs*