Cuando abrí mis ojos, lo primero que vi fue el rostro de Betty.
Parecía un alivio, pero en realidad no lo era.
Después de haber estado tantos meses lejos de ella, ver a Nate habría sido más fácil. Me había acostumbrado a estar encerrada en las tinieblas de Abismo. No entendía lo que estaba pasando. Me sentía perdida. Lo último que recordaba era la batalla, los ojos de Reece, un intenso fuego lloviendo del cielo, las palabras de Nate apoderándose de mis oídos, la llegada de Silas...
Miré a la pequeña, con las pupilas dilatadas, y luego me senté de golpe. Betty apartó las manos de mi estómago y trató de volver a recostarme, pero me rehusé. Lo único que quería era entender por qué estaba allí y no en medio del bosque. Necesitaba saber sobre Reece, y Moe, y Kum.
—¿Dónde estoy? —pregunté con la voz ronca.
—Estás en un lugar seguro, mujer —respondió Betty—. Vuelve a acostarte, estoy sanando tu cuerpo. Estabas en una situación crítica. Pudiste haber muerto.
Investigué mi alrededor, la enorme habitación en la que me encontraba recostada, y tragué saliva. Nunca había estado en un sitio tan lujoso. El dormitorio tenía el tamaño de una casa. La cama en la que me encontraba tumbada tenía las mantas más finas que había tocado en mi vida. Todo parecía de seda y oro. Las manillas, los umbrales, las lámparas, las cortinas, las alfombras... Todo.
—¿Por qué estoy aquí? —interrogué.
—Porque te encontramos, mujer —contestó la enana—. Después de mucho tiempo, te encontramos y te trajimos a nuestro hogar.
La observé confundida.
—¿Hogar?
—Es como la mansión de los glimmer —explicó—. No viven todos, pero sí muchos de ellos. Yo ya me siento parte de la familia.
Paseé mis ojos entre las ventanas y las puertas, cualquier lugar que sirviera como salida, y los detuve en un cuadro donde dos mujeres estaban atadas. Una sonreía y la otra lloraba.
—¿Dónde están los demás?
—¿Demás? —preguntó Betty, sin entender a qué me refería.
—Reece, Moe, Kum...
—Los trajimos con nosotros —me contó—. En este momento están siendo vigilados. Los glimmer no confían en ellos. Los llaman traidores. Y, bueno, Reece sabe hacerse odiar.
Miré a Betty, sin ninguna expresión en concreto, y luego me miré las manos. Era como si entre mis dedos estuvieran las respuestas a todas las preguntas que había en mi cabeza. Necesitaba recordar la batalla. Necesitaba saber cuál habían sido las últimas palabras de Reece, de Silas, de Nate.
¿Qué había pasado realmente?
Las imágenes vinieron a mi mente como flashes. Pude ver dos espadas encontradas, una explosión de maldad, un tigre anaranjado, dos alas negras, una lluvia de fuego, dos ojos esmeraldas..., un torbellino de oscuridad.
ESTÁS LEYENDO
Celeste [#2]
FantasySegundo libro de la trilogía Celeste. *Maravillosa portada hecha por @Megan_Rhs*