Abismo era más grande de lo que podría haber imaginado. A través del ventanal que estaba en la pared lateral de la habitación, se podían observar los extensos kilómetros de terreno vacío que había en el exterior. No existían árboles, matorrales, flores ni casas más allá de la construcción que nos albergaba. Sólo ese oscuro vacío nocturno que podría haber sido infinito.
Cuando Zora fue a verme para entregarme comida, que parecía ser lo único que me devolvía la energía, estuve tentada a preguntarle dónde estaba el fin de ese abismo. No obstante, comprendí que habría sido demasiado sospechoso interesarme por la salida de inmediato.
No sabía cuántas horas llevaba allí dentro, encerrada en aquel dormitorio, pero estaba segura que habían pasado más de diez horas. No tenía sueño, no tenía dolor, no tenía cansancio; sólo tenía el desesperado deseo de volver con mis padres lo antes posible. Debía averiguar el paradero de mi madre, la forma de salir de allí y, también, una manera de destruir a los monstruos que me mantenían cautiva.
Nate no había vuelto a aparecer en la habitación. Zora, por el contrario, había estado allí más de cinco veces durante las últimas horas. Me llevaba comida, agua y ropa limpia. Me explicó que estábamos en otra dimensión, y que tenía que adaptarme al clima frío, así como también a la constante oscuridad. Me enseñó una pequeña lista con los lugares que podría visitar más adelante, y también una lista con los nombres de los murk más relevantes en Abismo. Cocineros, herreros, entrenadores, científicos, médicos..., no recordaba ninguno.
Lo único que quería era salir y averiguar qué había más allá de esas paredes, pero no se me estaba permitido.
Me alejé de la ventana, con la mano aferrada al collar que colgaba de mi cuello, y fruncí el ceño. La desesperación estaba consumiendo mi último pedazo de paciencia, como un lobo a un trozo de carne. No quería estar encerrada ni un sólo segundo más. No lo soportaba.
Había estado los últimos minutos repitiéndome a mí misma que salir sin permiso sólo avivaría las sospechas de mi engaño, que tenía que quedarme allí, esperando mi oportunidad para salir. Sin embargo, la angustia terminó convenciéndome de todo lo contrario.
Quizá era mi subconsciente, la soledad..., pero me dije que ser una sumisa obediente era el peor error que podía estar cometiendo, y me convencí.
Yo no era así, nunca fui así, serlo de forma repentina era la prueba que necesitaban para saber que todo era mentira. Si yo hubiera perdido la memoria, si de verdad hubiera perdido la memoria, habría salido a espiar mucho tiempo atrás. Esa era la realidad, porque mi testarudez era lo que más me caracterizaba.
Así que... eso haría.
Me acerqué a la puerta de la salida y comprobé lo que tanto temía. Estaba cerrada con llave. Apreté la mandíbula, con ímpetu, y pateé el grueso metal con la punta de mis botas. Un intenso dolor se extendió por mis nervios, pero lo ignoré con una mueca de disgusto y caminé hasta el enorme armario que había en el fondo de la habitación.
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Celeste [#2]
FantasíaSegundo libro de la trilogía Celeste. *Maravillosa portada hecha por @Megan_Rhs*