Prólogo

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Las pisadas de los caballos hacían retumbar el suelo, la tierra y pequeñas piedras se elevaban con el rápido galope de los animales. Se adentraron al interior del bosque maldito. Ese bosque conocido por ser el punto neutro de todo Nulmina en donde todas las especies podían convivir sin ningún peligro o problema​. Un lugar en donde los híbridos poseían completa libertad sin miedo a ser asesinados por los que estaban en descuerdo con su existencia.

El enorme árbol central se alzó ante los ojos de los reyes de y pronto divisaron una pareja de caballos con el escudo del reino de Etrorión. Desmontaron, el rey primero y después corrió a ayudar a su reina y esposa que lucía ligeramente cansada por el largo viaje. La mujer tenía seis meses de embarazo, pero aún en ese estado había insistido en acompañar a su esposo junto a la guardia real para asistir al llamado del viejo sabio que habitaba en ese legendario árbol. Ironterón hizo una mueca al ver que su rival el rey de los elfos había llegado primero que él.

La reina Cassiopea se acercó a saludar con un abrazo a su primo, el rey de Eliserón y con otro abrazo a su esposa.

—Un verdadero gusto volver a verlos. —dijo Cassiopea al terminar de saludarlos y miró con disgusto a su esposo.

El hombre se negaba a saludar cruzado de brazos apoyado con pereza en el árbol, el hechicero hizo una mueca al ver a su cuñado. Ese hombre era un arrogante empedernido, estaba seguro de que el elfo prefería cortase el cabello a que tener que rebajarse a saludar y el cabello era algo muy importante para esas criaturas. Ironterón devolvió el abrazo de su prima aún sin quitarle la vista de encima al elfo.

—Quirón. —saludó con un movimiento de su cabeza.

Saludó a la esposa de Ironterón, pero en ningún momento su mirada se desvío de los ojos del rey hechicero.

—Ironterón. —imitó el movimiento del rey hechicero.

El viejo guardián del árbol apareció y carraspeó para llamar la atención de los reyes. Hizo una mueca al ver la fuerte rivalidad entre Quirón e Ironterón, sabía que el árbol no les tendría algo que les agradará a esos dos.

—Dejan en ridículo sus reinos. —habló molesta Cassiopea al verlos.

Suspiró y miró al viejo guardián del árbol expectante por lo tan urgente para el llamado de esos dos reinos.

Kenia soltó una pequeña risita totalmente de acuerdo con su amiga, esos dos nunca cambiarían. Eran iguales que Irati y Aster, pensó con pena, ojalá esos mocosos se llevaran bien.

El viejo gruñó entre dientes un montón de insultos antes de soltar la bomba.

—El árbol ha escrito una nueva profecía... Y eso les incumbe a ustedes.

Con esa pequeña oración captó de inmediato la atención de todos en el lugar. Sabía que les importaría.

—¿De qué trata está nueva profecía? —habló Quirón.

El guardián se aclaró la garganta y sacó un pergamino amarillento de los pliegues de su vieja túnica, lo abrió, se ajustó los lentes en su respingona nariz y leyó en voz alta.

''Un libro perdido han de encontrar, pero para eso sus reinos unidos deben de estar.

Sus herederos casarse deberán y el libro buscarán.

Por qué la paz en ambos reinos debe reinar.
Bajo agua y sobre el cielo buscarán y en medio del silencio una banshee gritara.

Un ser indefenso morirá y la tristeza reinará.

De luto se vestirán, pero la profecía continuará. Han de tener tres gritos para la salvación o de la guerra se hablará."

Recitó el anciano, al terminar levantó la cabeza del pergamino y miró a sus espectadores.

—¿Qué demonios? —susurró Ironterón, el elfo por primera vez estuvo de acuerdo con su rival.

—¿Herederos? —susurró Kenia tocando su abultado vientre.

—¡Mi Irati está muy joven para casarse! Es una hechicera de sangre pura, jamás permitiría que contraiga matrimonio con un impuro... ¡Mi hija merece más que un elfo! —gruñó el hechicero furioso, se negaba por completo a que su amada niña tuviera ese destino por culpa de una predicción estúpida.

—¿Insinúas que la sangre de mi familia es poca cosa para la tuya? Eso es un completo deshonor a tu propia familia. —dijo Quirón sin dejar de mirar a su rival. Haciéndole saber que hablaba sobre su prima—. ¿Sabes? Prefiero cortarme el cabello que obligar a mi hijo contraer matrimonio con tu hija, una simple hechicera bajo los seudónimos de que su sangre es pura y que será futura reina. Que sus dones no van más allá a los de alguno corriente, solo por algunos pros que se tienen de lado como mayor resistencia para hechizos fuertes que solo los puros pueden ejecutar. Simplemente es vergonzoso, a mi parecer.

El hechicero soltó una carcajada llena de ironía.

—No sabes nada elfo, Irati es la mejor hechicera del reino, su poder es más fuerte de lo que ustedes conocen y será una reina ejemplar... —se burló. —Y no te preocupes que tu amado cabello seguirá en su lugar, porque mi hija con tu hijo no se va a casar.

Las dos mujeres se miraron entre ellas, molestas por la actitud de sus maridos. Enojadas se plantaron frente a ellos y con determinación anunciaron que sus hijos se casarían.

—Debemos de obedecer a la profecía, y no dejarnos llevar por su estúpida rivalidad. —Cassiopea miró con total disgusto a su esposo—. El mensaje ha sido claro, sin el matrimonio de nuestros hijos de una gran guerra se hablará y lo menos que deseo en estos momentos es una guerra por la estupidez de ustedes dos. —finalizó la reina.

Irati: El Libro Perdido (Guarrenclow #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora