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IRATI

El guardián nos invita a pasar, le lanzo una mirada de advertencia a la pequeña Turna que me sigue con sigilo. Rápidamente se da la vuela y regresa al lado de . Entramos al árbol por la puerta, dentro millones de hadas pequeñas vuelan llevando grandes rollos de papel, las miro fascinada.

—Todo esto es muy interesante. —digo mirando hacia todos lados. El guardián me regala una sonrisa.

—Estos seres son tan desesperantes. —se queja el elfo agitando sus manos alejando a las hadas.

—Eso sí que no te lo niego niño, es agotador escuchar como chismorrean entre ellas.

—Debe de ser una tortura vivir aquí con esas voces tan chillonas.

—Ni que lo digas. Esperen aquí un momento que Lux debe de venir en unos segundos.

Asiento con la mirada perdida en el enorme hueco que hay detrás de la baranda que impide que alguien se caiga. El viejo se lleva lo dedos a la boca y chifla con fuerza, a los segundos un chillido se escucha desde abajo y luego un gran pájaro azul sube volando con una canasta entre sus emplumadas patas.

—Entren.

Miro una vez más la horrible caída que parece interminable. Me da un poco de miedo bajar.

—Ven aquí, todo estará bien. No es como si ese enorme pájaro fuera a dejarnos caer ¿verdad?

—No seas ridícula. —responde el viejo riendo, luego palmea la espalda de Aster que ya se encuentra a su lado. —. Mira a tu marido, ya está aquí. Nada va a pasar.

—Como si me fiara de él... —respondo en voz baja.

—Vamos Irati, no tenemos todo el día.

—¡Oh cállate! —gruño enderezando la espalda, entro en la canasta y mis manos no tardan en enrollarse en uno de los brazos de elfo con fuerza.

Como si fuera la cosa más divertida del mundo vernos pelear el maldito pájaro se carcajea de manera extraña y luego se deja caer en picada hasta abajo. Grito como loca viendo como bajamos más y más pisos, las pequeñas hadas se despiden agitando sus manitas.

—¡¿No les parece divertido?! —grita el viejo riendo como loco.

—¡Jamás creí que un anciano practicará deportes extremos!

—¡ESTA LOCOOOOO! —grito yo agarrando el cuello de Aster con fuerza, mis piernas tiemblan también con bastante violencia.

Cuando al fin paramos el hombre sale caminando tranquilamente apoyado en su bastón.

— ¿Ya llegamos? —susurro con el rostro escondido en el pecho del elfo.

—Sí, ya puedes soltarte.

—Creo que si te suelto voy a desmayarme.

—Irati.

—Ya, vale. Estoy mejor.

Me aparto abriendo los ojos.

— Que dicha que no comí nada, lo hubiera devuelto todo.

—Que dicha que tengo comida extra para la salida. —comenta Aster divertido.

—¡Niños vengan ya!

—Eres un cerdo. —respondo caminando hacia donde está el viejo loco. Miro sorprendida el pequeño lago que se extiende por toda la superficie subterránea.

—Tengo hambre. —se defiende con orgullo.

Lo fulmino con la mirada, llego al lado de nuestro guía y espero a que diga que debemos hacer.

Irati: El Libro Perdido (Guarrenclow #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora