Irati: El Libro Perdido (Guarrenclow #1)

24.

Capitulo 24.

ASTER.

—Existe un fuerte rumor en las calles de Guarrenclow sobre un anciano en las montañas de este reino, se dice que él posee el libro que están buscando. —explica el hombre, dando varios pasos atrás—. Nuestra misión es ir, encontrar el libro y entregarlo a nuestro señor.

—Qué curioso. —comenta Drake, llevando una mano a su barbilla pensativo—. Nuestra misión es similar, algo de encontrar ese libro, matar a quién se meta en nuestro camino y esconderlo de las manos imbéciles... ¡somos tan parecidos! Hermanos de misión, ¿eh? —le otorgó varios golpes en su costilla.

Sonaba bien el punto de hermanos de misión. Estaba en claro que Drake tenía una idea y comenzaba a comprenderla.

—¿Saben dónde se encuentra esa cabaña? —los tres asintieron automáticamente.

Drake y yo intercambiamos una mirada.

—Nos uniremos a su búsqueda. —aseguró Drake, sin dejar lugar a preguntas.

—Y nos quedaremos con el libro. —sentencie.

—Salimos al anochecer. Nos vemos a las afueras del reino. —explicó el de voz gruesa.

Los tres salieron del local con sus armas en mano, por nuestro lado Drake choco mi mano en señal de victoria. Tal vez ese libro se encontraba mucho más cerca de lo que creíamos.

— ¿Están seguros de que no es una trampa para robar el mapa? Tal vez solo sea un rumor que ellos mismos han esparcido para poder hacerse con el mapa. — Odín resopló cruzando los brazos sobre su pecho. Las demás chicas la miraron curiosas.

—Nada perdemos con verificar si se trata de algo falso o verdadero, además nosotros no somos tan inofensivos como aparentamos. —responde Drake, imitando la pose de brazos cruzados.

Odín al instante nota la osada acción de Drake y lo mira molesta, a lo cual Drake imita al instante. Me alejó con las dagas en mano sin poder soportar una pelea en este momento, tenía que pensar un plan si esos chicos se trataban de unos mentirosos. No permitiría que le tocarán un solo cabello a Lun y a Irati... ya saben es la madre de la pequeña niña.

Caminé y saqué el mapa del bolsillo de mi pantalón, doblado de mil maneras y el papel no se maltrataba. Que comodidad. Observé que la misma imagen se mantenía, no se revelaba nada nuevo y eso me preocupaba, ¿sería capaz el mapa de fallarnos? No contaba con la magia para hacerlo funcionar y mucho menos los conocimientos... y preguntarle a Irati al respecto sería preocuparla. No. Definitivamente debía de encontrar el modo de arreglar ese papel estropeado a mi manera.

— ¡Hey, espera! — una pequeña mano se posa sobre mi hombro. La respiración de Irati se vuelve suave. — ¡Wow! Caminas muy rápido, en un abrir y cerrar de ojos ya estabas muy lejos... casi no te alcanzo.

—Sí, estaba pensando... —musite mirando el mapa—, ¿pasó algo?

— No, nada. Los chicos siguen discutiendo qué es lo que deberían de hacer y comienza a ser tedioso así que decidí venir contigo. Entonces...

Ignoro lo que Irati comienza a decir con esmero y miro al mapa con ganas de romperlo en dos. ¿Podrías ser funcional? No lo sé, diría yo que mostrándome el maldito camino que debería seguir para encontrar esa mierda de libro, o ¡lo que quieras! De pronto mis ojos se abren sorprendidos al ver como todo se torna borroso. ¿Lo habré ofendido? Una pequeña gota de pintura roja aparece en el centro y comienza a dibujar una flecha simple, pero señala nada más que a la rubia que camina a mi lado mirando a su alrededor.