Capítulo 53

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Domingo 18 de diciembre del 2016

Allegra

—no vamos a terminar nunca de ducharnos —digo agitada

Estamos en la ducha con Antoine, lo tengo abrazado por el cuello, mientras él me besa el mío, nuestros pechos se tocan, nuestras partes se rozan al levantar una pierna, Antoine me la sostiene poniendo su mano en mi muslo.

—la última y nos vamos —dice apretándome más contra la pared, sube sus besos hasta llegar a mi boca, siento como ubica su pene en mi entrada

—la última de la mañana, no del día —suspiro

—en la noche te comeré toda —dice sobre mi boca y me embiste de una

—amorr —jadeo con la embestida repentina

—como me encanta que me digas amor —habla, mientras se mueve, mi pecho sube y baja con cada embestida

Agarra mi boca con la suya devorándome los labios en un beso fogoso que me deja atontada, la manera en la que su lengua se entremezcla con la mía me fascina.

Mis gemidos cortan el beso, abro los ojos, su boca queda sobre la mía, sus ojos se conectan con los míos, no deja de embestirme bajo su atenta mirada, que me prende más.

Me fascina que me miré a los ojos cuando tenemos sexo.

—no los cierres, los ojos no los cierres —dice agitado

Abro los ojos, no me había dado cuenta de que los tenía cerrados, el placer hace que los cierre.

Levanto mi otra pierna, y siento más las embestidas, rodeo su cintura con mis piernas creando un agarre fuerte.

Los jadeos no paran, al igual que las embestidas, los besos entrecortados por los gemidos, su respiración contra la mía, su cuerpo contra el mío.

«Estos momentos no las cambio por nada en el mundo»

—dios, no puedo más...

El orgasmo me invade, relajándome entre los brazos del hombre que quiero, un gruñido sale de la garganta de Antoine, dándome aviso que llegó al mismo tiempo que yo.

—las duchas contigo son espectaculares —dice haciéndome reír, da besos en mi cuello y mejilla.

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—¿a dónde vamos? —pregunto al abrocharme el cinturón de seguridad del auto

Hace un rato terminamos de almorzar en un restaurante, estuvimos paseando por el pueblo un rato y ahora volvimos al auto.

—al castillo château du hohlandsbourg —dice acelerando el auto, saliendo del pueblo

—¿queda cerca de Colmar? ¿o no?

—si, tenía pensado ir al castillo y después ir a Colmar, conocer un poco, cenar y después volver a Eguisheim, ¿quieres?

—si, me parece perfecto —agarra mi mano que tengo en mi muslo y la entrelaza con la suya

Con mi otra mano, le hago caricias en su dorso y vamos todo el viaje así.

—¿así que te arreglaste con tus hermanos? —pregunta, me mira unos segundos y vuelve su mirada a la ruta

—si, te iba a contar, pero se me paso —miro nuestras manos entrelazadas—. ¿quien te contó?, ¿papá?

—no, Giuli —lo miro confundida

MA FLEUR 1 || ANTOINE GRIEZMANNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora