Capítulo diez: Catarsis.
—¿Tienes más dulces?
— ¡He despertado a el monstruo!— la voz trágica y exagerada de Adler le sacó otra risa contagiosa, mientras le daba un zape cariñoso, que más que un golpe parecía una caricia. Seguían sentados en la cama después de haber visto una segunda película. La naturalidad de la convivencia era inverosímil, cada sonrisa, cada frase y cada movimiento salía con una facilidad asombrosa y seguramente envidiable por otras personas cuya relación rígida asemejaba a la de Sugar antes de la locura que ella sostenía, había sido culpa de Segel. Y aunque no le daba las gracias, si había que destacar que algunas cosas eran mejores, su amistad con Adler era un claro ejemplo.
— Sí, y ahora tú debes de alimentarlo. Saca tu reserva, hombre.
El levantó las manos rápidamente sin poder evitar sonreír.
— Está bien oficial, perdone. Ahora mismo le doy la droga.
Ella se carcajeó, extendiendo su mano al recibir una bolsa entera de m&m's.
—Buen chico, puedes irte, no te infraccionaré por hoy, pero voy a guardar esto en evidencias— levantó la bolsa como si fuera un gran saco de oro—. Justo aquí— y acto seguido, llevó un puñado de chocolates a su boca.
El se quejó de inmediato, alzando una ceja — ¿Y no me vas a dar ni un poco, ingrata?
Ella alzó su cabeza y rascó su mentón con su dedo, como si estuviera pensándolo. Finalmente se levantó y brinco en la cama.
— Bien, si es lo qué quieres. ¡Atrapa!
Y con eso lanzó uno de los chocolates hacia el. De la sorpresa, este le cayó en el cabello, y bueno.... Ahí se quedó. Sugar no pudo hacer más que reírse de el.
— Ups, que lento. ¡Otra vez!
La próxima vez que lanzó uno de los chocolates, el ágilmente lo atrapó con su boca, mientras se acomodaba en la cama para poder tener más precisión. Ella lanzó el siguiente, y el siguiente. En algún momento, se bajó de la cama y se subió a su escritorio, lanzándole los dulces desde ahí.
— ¿Podrías perder aunque sea una vez? — se quejó Sugar haciendo un mohín, mientras trataba inútilmente de tomarlo con la guardia baja. Parecía que sus reflejos estaban reforzados, no había movimiento que no captara. Al menos tenía el recuerdo líbido de que le había dado una vez, y tuvo que resignarse a que sería la única vez.
— Yo creo que deberías rendirte, no vas a lograrlo — sugirió Adler con humor, recostandose en la cama.
Ella suspiró — Está bien, creo que tienes razón.... — se bajó del escritorio y una vez abajo, lanzó el chocolate otra vez con la esperanza de darle está vez, pero lo atrapó de nuevo.
Ella se lanzó a la cama de nuevo, resignada.
— Lo haces aburrido.
— Que tú no tengas puntería no es mi culpa — comentó el, el tono bromista persistente en su voz — Y tampoco es mi culpa que no sujetes bien la bolsa.
— ¿Qu...?
Y antes de que ella pudiera siquiera terminar el monosílabo, le quitó la bolsa de las manos y se levantó con agilidad, comenzando a bombardearla con chocolates. El movimiento fue tan rápido que lo único que pudo hacer, fue cubrir su cabeza con sus brazos.
— Vamos Sugar, ¡Ni siquiera estás intentándolo!
— ¡No puedo, vas muy rápido!
Pero sus gritos no funcionaban y el no disminuía el ritmo. Solo se acercaba más a ella, continuando su ataque desenfrenado.
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El Imperio caído de Sugar
Fantasy"Cuando la armadura vacía es destrozada, el imperio cae" Una estrella agoniza si la alejas de su cielo. Un brillo se apaga si robas la dicha de su origen. Un alma se muere cuando su espíritu se fuga. La oscuridad crece en lugares donde hay luz, pe...