Una noche agridulce parte uno

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Noche agridulce parte uno.

Capítulo treinta y uno: Confianza y presión.

—Te ves perdida—comentó Sonya mientras giraba en una de las sillas de la barra de la cocina de Sugar. La rubia se sobresaltó, tirando sin querer el plato que estaba lavando y dejándolo caer en la tarja del lavatrastres. No la había escuchado entrar, menos sentarse.

Ya era sábado, un día después del concierto, o el mismo día si se tiene en cuenta que este terminó a media noche y Enit se entretuvo al menos veinte minutos con ellos, tomándose fotos, pidiendo autógrafos e incluso bromeando. Fue un sueño para ella, y de regreso no paró de parlotear lo feliz que estaba, lo emocionada que se puso y lo maravillosos que eran ellos en persona.

Ahora estaba en la cocina, tratando de lavar platos sin pensar en cada suceso pasado con su amigo, y Con Sonya en modo detective detrás de ella.

—No estoy perdida. Estoy aquí—señaló lo obvio, recogiendo el plato y continuando su trabajo—. ¿Por qué no avisas que ya regresaste?

—Porque así no es divertido. Y me intrigas.

—¿Yo? ¿por qué?

—¿Por qué? A ver: llego a tu casa a las diez mañana, esperando verte dormida después de un concierto y con el plan de despertarte de forma dramática y obligarte a escupir todo, pero te encuentro con una señora terminando de hornear un pastel. ¡Un maldito pastel! —se escandalizó ella, sin dejar de lado el dramatismo.

—Bueno...

—No, espera a que termine, porque luego de eso, escondes el pastel y me pides que lleve en mi auto a la señora a su casa, que al parecer está muy lejos de aquí. Muy lejos. Y cuando vuelvo, sigues aquí, lavando trastes que ya están limpios y mirando a la nada como si estuvieras poseída.

—Estás exagerando.

—No, no estoy exagerando. Tú no ves las cosas desde mi perspectiva. Das miedo y quiero una explicación en este momento.

–Pero...

—Pero nada. Comienza a hablar, Bronson.

—Bueno... en primera, lo del pastel es porque mañana es el cumpleaños de Adler y va a venir en un rato para celebrarlo o algo así. Quería hacerle algo, pero soy pésima en todo lo referente a la cocina, así que le pedí ayuda a la "señora", que de hecho es Gina, quien fue mi nana hace años y volví a contactarme con ella. Me ayudó y tuve que pedirte el favor porque no tengo auto, quien la trajo no podía regresar por ella y yo tenía que quedarme a decorar el pastel. Y ahora que terminé, estoy lavando.

Sonya suspiró profundamente, tratando de guardar la calma.

—Bien, eso explica algunas cosas. Pero todavía no dices lo más importante.

—¿Y eso qué es?

—¡Tú cita de ayer!

—No era una cita —replicó Sugar, pero desvió la mirada al recordar los sucesos. Sonya resopló, pero no la presionó por el momento.

—Pues sea como sea, tu drama ese me perjudicó. Iba a ir a comprar un vestido para una fiesta y no pude porque tuve que llevar a cierta nana a su casa, lejos de aquí.

—No seas dramática. Todavía tienes tiempo. Puedes ir ahora.

—No puedo. Tengo cosas que hacer con mi mamá. Me trata de hija pródiga de la nada desde hace un tiempo y ya me tiene harta—espetó con molestia cruzando sus brazos—. Por algo vine en la mañana, para ir contigo, pero me asignaste una misión en el momento. Y como es tu culpa, te robaré una falda que combine con una blusa nueva y sexy que tengo y ya.

El Imperio caído de SugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora