Introducción a la misteriosa familia Malk

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Capítulo dieciocho: Introducción a la misteriosa familia Malk.

—Quieras o no, tu cuarto es de dominio público ahora que ella está aquí. ¡Finalmente la trajiste! — parecía que la chica se iba a soltar con un fuerte palabrerío. En su boca se veían las palabras incluso antes de formarse. Enit era una parlanchina, pero aquella emoción a Sugar no le molestó.

—Enitritte... — contestó Adler, con el típico tono de advertencia que solía usar con Sugar —Por favor no empieces.

—Muy tarde, hermanito. ¡Esto es muy emocionante! — dio un salto de emoción y camino hacia ellos con largas zancadas animadas e imponentes. Tenía la misma energía contagiosa que su hermano, solo que al contrario de Adler, que transmitía tranquilidad y paz con su presencia, ella emanaba emoción, felicidad e ímpetu. Se sentó en medio de los dos y los abrazó, así como así, a uno con cada brazo — Hoy dieron el siguiente paso, ¿Verdad?

<< ¡Lo sabía! Yo siempre los he shippeado, y lo saben bien, incluso hice el diseño de una camiseta que dice "Sadler es más real que tu vida". Si quieren las comienzo a producir en serie, será un graaan negocio. ¡Esto es grande! Si ella está aquí, de seguro ya le dijiste todo, ¿Verdad? Estarás en muuuchos problemas, por supuesto; el abuelo te va a matar,  pero yo te apoyo hermano. Al menos ya sabrá del humor de perros que traerás después de tu cumpleaños y podré hablar y quejarme con ella al respecto...

La cabeza de Sugar estaba dando vueltas con tanta información. Primero se  sonrojó por la insinuación, sintiendo su rostro caliente — sonrojo en el cual Adler la acompañó —. Pero esa impresión pasó a segundo plano cuando comenzó a parlotear acerca de dicha información que se suponía era imperativa para mostrarle su habitación.

—¿Quejarte de qué, exactamente?

—¡Pues de qué más! De los efectos del Gli...

—¡Enit, silencio!— trinó Adler, pálido por el miedo.

—No, Enit, dime más. Estoy escuchando.

—¿Enserio, Sugar, utilizarás a mi hermana?

—Ni que la estuviera obligando a hablar.

El ceño de Enitritte se frunció en confusión.

—Espera, ya me perdí. ¿No le has dicho?

—No.

—Entonces, ¿Por qué está aquí?

—Porque es un gato curioso y sin correa que pensó que era buena idea inmiscuirse por la mansión hasta mi habitación y hacer una detallada inspección del lugar.

A la declaración de Adler le procedió la risa de Enit, al parecer encantada de su atrevimiento. Al menos alguien ahí no había reprochado su acto.

—Vaya, por cosas como esas es por las que amo a Sugar.

—¿Me lo puedes decir directamente y grabarlo? — intervino la pseudodicha.

—Ya tienes un video de esos.

—Bueno...

—Sugar ha estado jugando a tener amnesia toda la semana— dijo Adler iluminando a su hermana, quien estaba confundida—"No recuerda" nada de lo que pasó antes de esta semana, en especial las cosas relacionadas con nosotros.

El Imperio caído de SugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora