Una pijamada en pareja (parte dos)

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Una pijamada en pareja parte dos.

Capítulo veintinueve: un poco de alcohol en el sistema.

Adler no quería, pero al final Sugar salió victoriosa y se tomó tres cervezas para el momento en el que llegaron al cine. Ella se había tomado seis y ya estaba algo chispeante por el alcohol. En realidad, ambos lo estaban.

No estaban ebrios, pero sí había una adrenalina culposa en su sistema que los incitaba a desinhibirse y actuar como tontos en un lugar público. Llegaron riendo y Sugar se estaba tambaleando por puro gusto, solo para que Adler la sostuviera del brazo mientras fingía que se columpiaba en él. Adler trataba de mirarla con severidad, pero siempre terminaba riendo junto con ella y dejando que hiciera lo que quisiera con su brazo. Parecían encantados de estar atontados y juntos, pero eso acabó en el momento en el que elegían la película y discutir por todo pareció ser su actividad favorita.

Normalmente cuando Sugar y Adler pasaban más tiempo juntos, haciendo actividades que no fuera una simple conversación sentados al pie de un árbol, se notaban más las diferencias entre ambos. Era más fácil para ellos hablar en un espacio abierto, sin nada más que sus almas y sus sentimientos, que ponerse de acuerdo para cosas rudimentarias en las cuales no tenía muchas preferencias en común, y eso, sumado al alcohol en su sistema, causó una disputa que fue muy evidente desde el momento en el que entraron al cine hasta el instante en el que salieron.

Su primer problema fue decidir la película; Adler quería ver una de acción distópica basada en una novela gráfica y Sugar quería ver una comedia romántica del estilo de Jenifer Aniston. Esa discusión los llevó a perder la función más cercana de ambas películas y al final entraron a ver una película animada para niños, siendo una de las únicas disponibles—la otra era de terror y sugar lo detestaba, y había otra de Adam Sandler a la cual Adler se negó rotundamente a entrar—.

Después, no podían decidirse por cual dulce, palomitas y refresco comprar, y fracasaron tanto en eso que para no perder la función, compraron cada uno lo suyo y abandonaron la utópica idea de compartir. Ya una vez en la sala, ambos pelearon por el asiento del pasillo. Sugar lo ganó, pero justo cuando se acomodaba, en el asiento de enfrente se sentó un hombre que no dejaba de soltar gases, y Sugar decidió pedirle el cambio a Adler casi a gritos. También discutieron por eso.

Alguien ajeno a su extraña dinámica podría encontrar todo eso frustrante, pero la verdad era que en la mayoría de las veces, Adler y Sugar solo "discutían" por el mero gusto de debatir y con una sonrisa inmensa en los labios. Al final, terminaban cada discusión con sonrisas, empujones cariñosos y un gesto dulce, pero descabellado de cada uno, como Adler sosteniendo la puerta para Sugar y llevando su comida, mientras Sugar respondía como francesa dramática, con reverencias falsas y acento, o como ella discutiendo con la señora sentada detrás de su amigo, la cual se quejaba de que este era muy alto y no la dejaba ver. Sugar se puso a amedrentarla tanto que se fue de la sala murmurando algo sobre la juventud del momento, aunque después tuvo que regresar porque había olvidado a su sobrino en la sala. Luego, terminaban abrazándose y jurando dar la vida uno por el otro.

Para cuando terminaron los comerciales, ya ambos estaban riendo, con las manos entrelazadas de forma involuntaria y sonriendo como si cada minuto juntos les regresara la felicidad que no sabía que habían perdido.






—Se va a morir—murmuró Sugar media hora después del inicio de la película, señalando a un personaje en específico.

El Imperio caído de SugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora