El caso de Aomine Daiki (10° Parte)

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El sonido de una extraña alarma fue lo que despertó a Daiki esa mañana, por lo qué molesto se levanto a buscar de donde provenía ese dichoso sonido, el cual, era de un reloj con forma de conejo el cual tomó y apago de mala gana.

—Tch... ¿Dónde rayos...?

Se iba a preguntar Aomine sobre el lugar en el que se encontraba y había despertado pero, al mirar los lindos adornos y peluches que había en ese cuarto bien acomodado y perfumado, fue como comenzó a recordar cómo había llegado ahí, buscando en seguida, entre las sabanas, a cierta castaña, la cual aun se encontraba profundamente dormida junto a él.

Aomine se sintió más que feliz de verla ahí, verla aun completamente desnuda y recostada cerca de él. Así que, retirando un poco las cobijas que la cubrían, comenzó a observar cada detalle del cuerpo de su novia, cada parte que había sido de él y, mientras acariciaba de nuevo un poco de su piel, comenzó a recordar triunfante y completamente feliz, cómo fue que terminaron en el cuarto.

La primera vez que la tomó, había sido en el sofá de la sala, y después de descansar unos minutos, al no ser suficiente para él, volvió a hacerla suya en la alfombra que había ahí mismo. La tercera fue después de la ducha, donde, al salir, fue como se dirigieron al cuarto de la chica y donde la posición por fin cambio a una de sus otras tantas fantasías: la de tenerla en cuatro y poder arremeter en contra de ella tomándola fuertemente de su cintura, mientras miraba y acariciaba el contorno del cuerpo de la chica así como sus glúteos, los cuales, no dejó de apretujar lascivamente.

—Fueron tres veces... ¡Vaya que soy el mejor! —Se decía para sí el moreno sonriendo, complacido de su gran hombría. —Aunque, la que tiene la culpa de prenderme de esa manera es esta pequeña hermosura de aquí...

Pensaba el moreno, quien seguía contemplando a su novia y quien, ya sin poderse contener, se abalanzó nuevamente sobre de ella, llenándola de besos y carisias para despertarla.

—E-espere Aomine-s-san... —Le dijo entonces Sakurai, al ir despertando y encontrarse con una pantera completamente hambrienta —A-antes deberíamos... deberíamos de-desayunar... ¡Ah!

Aomine, no la escuchó, ya que este no tenía hambre de comida, tenía hambre de ella y sin esperar que esta despertase completamente, volvió a entrar dentro de ella de una sola vez.

—Buenos días —Le dijo el moreno sonriendo mientras se terminaba de acomodar entre las piernas de la chica para enseguida recostarse sobre de ella y besarla.

— ¿D-de... de nuevo? —Le preguntó Sakurai después del efusivo beso de su novio, quien de inmediato había bajado hacia sus pechos, para acariciarlos y besarlos.

— ¡Ah! Son tal y como siempre me los imagine —Exclamó Aomine mientras se divertía y deleitaba entre los suaves, aterciopelados y grandes senos de su amada Sakurai, quien se dejaba hacer por él sin reproche alguno.

Así era, los dos se deseaban, no importaba si hacía pocas horas habían hecho el amor, sus cuerpos de inmediato se volvían a desear con el solo hecho de sentirse cerca, con tan solo volver a sentir una caricia, de inmediato el fuego los invadía a los dos.

Aomine cada vez se sentía más extasiado, ya que era simplemente exquisito cada vez que estaba dentro de ella y sentir como era envuelto su miembro por un gran calor que recorría y se extendía después por todo su cuerpo, era lo máximo y lo más rico que había sentido hasta ahora. No quería terminar, quería seguir empujando en contra de ella mientras admiraba y acariciaba cada rincón que podía tocar, aunque, sus manos claro, siempre volvían hacia los pechos de ella.

MIDOTAKAFEM - Dulce SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora