Capítulo 2

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Soñé algo extraño; estaba en un bosque, su apariencia era casi irreal, arboles las cuales copas llegaban hasta el mismo cielo, un lago de agua cristalina que tan solo de echar un vistazo se podían apreciar a los peces de colores nadando en sincronización, y flores, millones de flores de miles de colores en todas partes, era tan maravilloso, un espacio que desprendía tanta paz, un lugar fuera de toda la realidad. Observe el lugar con detenimiento, y algo que me llamo la atención, fue una pintura, en medio del bosque, me fui acercando poco a poco hasta que pude ver que era; un lobo, negro cual carbón, y parece que está protegiendo a una chica, que se parecía mucho a mí, cuando intente tocar el lienzo una gran brisa me golpeo la cara, levantando las flores y la hojas caídas de los árboles, no podía ver nada , solo escuchaba, pequeños susurros que estaban en mi oído, al principio no podía entender lo que decían, pero luego de unos segundos sus voces se hicieron más claras.

-Sálvalo.

-No lo odies.

-Él no es como aparenta.

-Todo.

-Todo.

-Depende de ti.

Al despertar mi cabeza daba vueltas, mis ojos pesaban y mi espalda dolía como el infierno; intente levantarme pero al hacerlo algo me jalo hacia atrás haciendo que callera nuevamente a la fría pared; unas luces se encendieron de tal forma que me cegaron la vista, estaba en un cuarto de paredes blancas y una estrecha ventana, mis manos estaban encadenadas, con metal grueso que hacían que mis muñecas dolieran. Abrieron una puerta que sinceramente no la había visto, y un hombre grande de ojos amarillos seguido por otro de ojos azules entraron a la habitación.


-Rebelde número 14, apresada por no cumplir el toque de queda, nombre: anónimo. Edad: anónima. Se encontró en la calle Bolton.-leyó de un papel el chico de los ojos amarillos.

El hombre de ojos azules, mejor conocido como Aiden contreras, es un presidente, por así decirlo, jefe de todo este país, jefe de España.

-Cómo te llamas?- me pregunto Aiden sin apartarme la mirada- te dije: cómo te llamas?

-Soy... Charlie Wood, tengo 17 años... señor-dije apartando la mirada.

Su mirada comenzó a divagar, como si su cuerpo estuviera con nosotros, pero su mente en otro planeta, luego de unos segundos volvió en sí.

-de acuerdo Charlie, veremos que hará Stephan contigo-luego de sus palabras salieron de la habitación, entre en pánico, mis manos temblaban y mis lágrimas desfilaban toda mi cara, mas luego de todo eso, no logre sentir nada; me quede inmóvil, fue como si hubiera presionado un botón en mi cabeza, inmovilizando mi cuerpo.

Dure así unos cuantos minutos, sinceramente, los sentí horas; no me podía mover, mi cuerpo no acataba las ordenes de mi mente; mis pensamientos divagaban, recordaba lo poco de mi infancia, a mis padres y a mi familia, en los amigos que nunca tuve y en mí. Jamás hice algo productivo para mi vida, mi rutina era ir a la escuela, volver a casa, y leer hasta quedarme dormida, mis padres me dejaron suficiente dinero para subsistir unos cuantos años.

La puerta se abrió, o eso creo, en realidad no abrí los ojos, estaba muy cansada para eso, me levantaron y me empezaron a mover hacia un lugar desconocido para mi.

Cuando abri los ojos, estábamos en un pasillo, ancho y largo, al final de este, estaba una puerta de madera, de la cual se escuchaban unos hombres hablando.

-hasta aquí llegue

-voy a morir como una idiota

-moriré y a nadie le importara.

Se abrieron las puertas y me dejaron en el suelo, y lo vi, el aun no me podía ver, pero yo si lo veía, estaba fumando un cigarrillo, mientras otras personas desconocidas para mi charlaban animadamente.

-señores-dijo uno de los hombres a mis espaldas llamando la atención de todos.

Incluso la de él.

Sus ojos se fijaron en mí, boto su cigarro al suelo y lo piso con su pie, su caminar se hiso rápido, yo solo baje la cabeza y espere mi muerte inminente.

O eso se supone que pasara.

En cambio de eso, unos brazos me rodearon todo el cuerpo y me empezaron a gruñir.

-Eres mía!

Estaba aterrorizada, mis brazos intentaban apartarlo pero no podía, su fuerza era mucho más grande que la mía.

-quédate quieta Charlie- susurro en mi oído haciendo que su barba me raspara la mejilla.

Pare de forcejear, no quiero molestar al rey.

-lárguense todos de aquí- dijo separando su rostro de mi cuello.-ya!

Todos en la habitación salieron de una forma veloz, dejando la habitación sola, solo el y yo.

-no sabes cuánto tiempo te he estado buscando- dijo en un susurro casi inaudible, apenas lo logre escuchar.

-por favor su alteza, déjeme ir, se lo suplico,yo no he hecho nada malo, pido piedad-susurre con dolor.


-jamás te voy a dejar ir, ahora eres mía, tu cuerpo me pertenece al igual que tu alma, yo soy el rey, y ahora tú serás mi reina, gobernaremos el mundo juntos.-su voz era autoritaria, dura y profunda.

Mas sus palabras me helaron la sangre, no se mucho de esto, lo explicaron una vez en la escuela, a cada lobo, la luna le asignaba una pareja predestinada, y al encontrarlas, jamás la dejan ir. Estaba inmóvil de nuevo.

-ahora tomaremos un avión, y nos iremos anuestro nuevo hogar, no me importan mis obligaciones, te quiero conmigo, no tedebes preocupar por nada, yo te lo daré todo, y tu me amaras y seremos felices,verdad?- su sonrisa maniática se colaba en mis huesos causando escalofríos,mas, lo único que hice fue asentir.-te amo Charlie.

REY STEPHAN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora