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El olor de una rica sopa de Kalguksu entró en sus fosas nasales. Abrió los ojos muy despacio y se topó con el rostro de un desconocido.

—¡Despertó! — gritó —. ¡JD! ¡Min! ¡El chico despertó! — Jongdae salió de la cocina y se acercó a Sehun.

—¿Estás bien, Hun? — Jongdae tocó su frente. Sehun asintió.

—¿Dónde está Soo?

—Aquí estoy — Kyungsoo salió de la cocina con un delantal en la cintura.

—¡Hun! Despiertas justo a tiempo, la cena está lista — Minseok salió de la cocina con una olla en las manos.

—Amigo, ¿cómo sientes la cabeza? — el chico desconocido lo observaba con atención.

—Me duele — tocó la parte trasera de su cabeza y sintió algo extraño en ella.

—Son unas vendas y algo de hielo. Las puse porque el golpe fue muy fuerte, eso ayudará a la hinchazón.

—Gracias — siguió tocando su cabeza.

—Un placer. Mi nombre es Tao.
—Mucho gusto, soy Sehun.

—Disculpe, ¿cuál dijo que era su nombre? — Kyungsoo se acercó al sujeto desconocido.

—Huang Zitao, detective Do. Conozco muy bien su trabajo, soy un gran admirador suyo.

—Oh, ¿en serio? — levantó las cejas sorprendido.

—Si. Trabajé por unos meses en la APSN y escuché mucho de usted. En verdad lo admiro.

—Muchas gracias — Soo sonrió halagado.

—Hun, ¿quieres cenar ya? — Minseok destapó la olla y agitó la mano para poder oler el guisado.

—Si, por favor.

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Jongdae y Minseok tenían el don innato del entretenimiento. Minseok comenzó a platicar y bromear con Sehun sobre el proyecto que tenían en la empresa y al parecer, Sehun estaba tranquilo con eso pero no borraba de su cabeza la imagen del pequeño niño.

Kyungsoo se dió cuenta de que Sehun divagaba en ocasiones pero era de suma importancia que se quedaran un poco más. Él debía hablar con los Kim para saber si tenían más información valiosa.

Otro asunto que intrigaba al pequeño detective era Tao. Escuchó a Jongdae diciendo que ese chico era toda una caja de sorpresas y, cuando supo que trabajó en el mismo lugar que él, su curiosidad aumentó.
Por alguna extraña razón, sentía que ese chico le sería de mucha ayuda.

—¿Qué hora es? — Jongdae revisó el reloj de su muñeca.

—Las diez.

—¿Deberíamos irnos ya? — Sehun se sentía apenado con Kyungsoo. Tal vez él tenía algún compromiso y la cena había interrumpido su agenda.

—Me la estoy pasando bien —sonrió viendo a los demás —. ¿Tú quieres irte ya?

—En realidad no — se encogió de hombros —, creí que tenías algún compromiso o algo así.

—¡Claro que no! ¡Juguemos baduk*!

—¡Si! — Jongdae se levantó de su asiento y comenzó a golpear su pecho como si fuera un gorila. Tao y Sehun rieron como desquiciados.

—Voy por el tablero — Minseok se levantó de la mesa y Kyungsoo lo imitó.

—Te acompaño.

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