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—Tao, desde que venimos, no has dejado de llorar. ¿Puedes decirme qué pasa?

Tao tenía los ojos hinchados y bebía alcohol como si fuera un barril sin fondo. Jongdae había recibido un texto suyo en donde le pedía que lo acompañara a beber. Dae nunca imaginó que lo encontraría en ese estado.

—Amigo, en verdad me preocupas. Por favor, dime qué sucede.

—Mi mejor amiga murió —murmuró—. Murió. —Jongdae hizo una mueca y comenzó a sobar la espalda del más alto.

—Lo siento mucho, Tao. Debe ser duro para ti.

—Lo es. Ella era como mi hermana —sollozó—. La amaba igual que a mi hermana.

—Tao, sé que te duele, pero ésta no es manera de pasar el dolor. Anda —se levantó de su asiento—, te llevaré a casa.

—No quiero.

—Entonces, te llevaré con tu hermana.

—Mi sobrino no puede verme así. —Hizo una mueca.

—Entonces... vamos a mi departamento. Te quedarás conmigo esta noche, ¿está bien?

Tao asintió de mala gana y bebió de golpe lo que quedaba en su vaso. Jongdae tuvo que cargarlo un poco porque el menor no podía sostenerse por si mismo. El nuevo departamento de Jongdae no quedaba tan lejos del bar, así que decidió ir caminando hasta allá. En el camino, Tao no dejaba de llorar y de culparse por la muerte de su amiga Lisa.

—Yo no debí... no debí. —Repetía. Jongdae sacó la llave de su bolsillo y abrió la puerta.

Tao entró, tropezando con la silla de la pequeña mesa en donde Jongdae almorzaba. El bajito llevó a su amigo a la habitación y lo recostó sobre el colchón, cuidando que su cabeza no se golpeara con la madera.

—Jongdae. —El mencionado volteó a verlo.

Tao palmeó a un costado del colchón, invitando a Jongdae a recostarse a su lado. El bajito se deshizo de su chaqueta y tenis para lanzarse a la cama y acomodarse al costado de Tao.

—Jongdae, eres muy lindo conmigo, ¿sabes? —sonrió. Los ojos hinchados de Tao lo hacían lucir adorable.

—Duérmete ya, Tao.

—No, en serio. Eres muy lindo conmigo.

—Cállate y duérmete. —Cerró los ojos esperando a que Tao lo imitara.

Sintió como el alto se movía a su lado y segundos después sus labios se unían en un suave beso. Jongdae abrió los ojos asustado y trató de separarse de Tao, pero el menor profundizó el beso hasta que el oxígeno les hizo falta. Jongdae se quedó estático y Tao volvió a su lugar con una sonrisa en el rostro.

—Descansa, JD.

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—Comandante Jungsoo, mi nombre es Yoo Jaesuk, un placer conocerlo. —Estrecharon sus manos.

—Él es el oficial Zhang, me ayudará a resolver esto.

—Mucho gusto. —Yixing y Jaesuk también estrecharon manos.

—Caballeros, tenemos una situación difícil. Tenemos a cuatro hombres muertos y dos heridos, uno de ellos muy grave, el otro se rehúsa a testificar. Los peritos investigaron la escena y encontraron los registros de visitas. Do Kyungsoo estuvo ahí a la hora del ataque, es por eso que los llamé.

—¿Por qué no hay testimonio?

—Park Minhyuk. Es a penas un muchacho, tiene pánico para hacerlo. Era su primer semana en ese puesto. —Yixing frunció el ceño.

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