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—¿Sehun? —El alto volteó a verla y se acercó a ella.

—¿Qué pasa, Wendy?

—¿Dónde está Kyungsoo?

—Creo que está tomando una ducha —dijo y rascó su nuca con indecisión.

—Ya veo —asintió.

Pasaron algunos segundos de silencio incómodo hasta que Wendy volvió a hablar.

—¿Qué piensan hacer ahora? Quiero decir, Jongdae dijo que tardará bastante en desencriptar esa porquería.

—No lo sé. No he hablado con Kyungsoo sobre eso.

—¿No están cansados de huir y esconderse?

—¿Y qué se supone que hagamos? ¿Esperar en algún lugar y arriesgarnos a que nos encuentren? —frunció el ceño con molestia.

—¡No! Me refiero a cambiar de identidad.

—¿Qué? —El tono en la voz de Sehun fue bastante agudo, provocando una risilla de Wendy.

—Ya sabes, como en El Diario de la Princesa. Hacen un cambio de look y ¡pam! Podrían salir a las calles sin problema.

—Esto no es Hollywood, Wendy.

—Ya lo sé, pero eso no significa que no puedan hacerlo.

—¿Tanto te molesta que nos quedemos aquí?

—¡No! —gruñó y despeinó su flequillo—. Es sólo una sugerencia, ¿sí? Relájate. —Dio media vuelta y caminó por el pasillo con rumbo a la sala.

—Perdón —Wendy detuvo su andar—, estoy muy estresado con todo esto.

—Lo entiendo, tranquilo. —Volteó para encararlo.

—¿Pasa algo? —Kyungsoo asomó su cabeza por el marco de la puerta.

—Estaba convenciendo a Sehun. —Kyungsoo alzó una ceja.

—¿Para?

—Estás... ¿desnudo?

Las orejas de Kyungsoo enrojecieron y su vista viajó por todo el pasillo evitando hacer contacto visual con alguno de los dos. Carraspeó un par de veces y habló con voz grave.

—Por eso salí un momento. Necesito ropa, aquí sólo hay toallas.

—Estás desnudo en mi habitación —afirmó Wendy.

—¿Podrían pedirle a Jongin mi ropa?

—Tengo una mejor idea —una enorme sonrisa se formó en el pequeño rostro de Wendy—. Métete al baño y ponte una de las batas que están en el mueble. Volveré en seguida.

Corrió por el pasillo hasta llegar a la sala en donde Jongin y Minseok estaban resolviendo un crucigrama. Echó un vistazo a los tres hombres en la habitación.

—Jongdae —el bajito despegó la vista de la computadora para voltear a verla—, ¿puedes ponerte de pie un momento? —El castaño frunció el ceño y obedeció sin protestar—. Estás muy delgado —murmuró.

—Eres muy grosera —hizo una mueca y volvió a sentarse para reanudar su tarea.

—Minseok —el rubio volteó—, necesito que me acompañes y... —buscó por toda la sala— ¿dónde está el otro chico?

—¿Chanyeol? —Jongin alzó una ceja.

—No, el delgado.

—¿Chanyeol está gordo?

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