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—Kibum me dijo que querías verme. —Junmyeon entró a la oficina.

—¿Encontraste el yulyeong? —Junmyeon bajó la mirada.

—No. Los muchachos buscaron por toda la casa antes de que llegara la policía, pero no lo encontraron. —Yifan azotó el puño en su escritorio.

—¡¿Para qué demonios te ofreces a hacer algo si no vas a poder cumplir?! —gritó enfurecido.

—¡No tienes por qué tratarme así! ¿Quién fue el idiota que le dio el yulyeong a Jiyong?

Yifan se levantó de su asiento y caminó rápidamente hacia él. Con una mano empuñó bruscamente el cuello de la camisa del bajito y con la otra tiró de su cabello hacia atrás.

—Vuelve a llamarme idiota y te juro que no vuelves a ver la luz del sol.

Junmyeon hizo una mueca de dolor ante el tironeo de su castaña cabellera. Yifan lo empujó bruscamente haciendo que Junmyeon tropezara con el sofá y cayera en el suelo. Se levantó adolorido y acarició su cabeza en la zona donde Yifan le había tironeado.

—Busca a Do Kyungsoo. Ese maldito enano tiene el yulyeong, estoy seguro.

—¿Qué hay de Oh Sehun? —Yifan acarició su barbilla.

—A él también. Quiero sus rostros en todos los noticieros nacionales. Avisa a la INTERPOL, quiero que los busquen hasta por debajo de las piedras, ¿entiendes? —Junmyeon asintió.

Caminó hacia la puerta, pero justo antes de salir, Yifan volvió a hablar.

—Te quiero en el departamento en dos horas.

Junmyeon no contestó y salió de la oficina. Quería llorar, romper los jarrones costosos del pasillo y tirarse en el suelo en posición fetal. ¿Por qué se había enamorado de Wu Yifan? Un idiota obsesionado con el poder y dispuesto a hacer lo que fuera para tenerlo. Sabía que no debía sentir nada por él, sin embargo, ahí estaba.

Junmyeon podía definir su relación como masoquismo. Él no podía dejar a Yifan por más que quisiera. Sus besos, sus caricias, las veces en las que hacían el amor, para Junmyeon todo eso era único y le encantaba hacerlo con Yifan. Aunque para el más alto eso sólo fuera algo momentáneo, para Junmyeon lo era todo.

Salió del edificio y condujo hacia la estación. Pidió hablar con el comandante Jungsoo, pero el hombre no estaba disponible. Decidió esperar para poder hablar con él.
Sentado en la sala de espera, vio como Yixing salía de su oficina con algunas cajas. Se levantó curioso y corrió para alcanzarlo en el pasillo.

—¿Qué es eso? —Yixing volteó a verlo—. ¿Acaso renunciaste?

—¿Qué quieres, Junmyeon? —dijo sin detenerse a hablar con él.

—He venido a hablar con Jungsoo. El presidente quiere que la INTERPOL busque al enano detective y al viudo.

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo? —Dejó las cajas en el capó del auto mientras buscaba las llaves en sus bolsillos.

—Pues, Jongin es tu amigo y también lo es de Do. Tal vez tú sabes algo...

—No, Junmyeon. Jongin no sabe nada. Él ha estado en el departamento las últimas tres semanas. Está lesionado, ¿recuerdas? —Abrió la puerta del auto y dejó las cajas en el asiento del copiloto para volver a cerrarla.

—Eso fue hace bastante tiempo, ¿no crees que ya es hora de que regrese a laborar?

—¿Por qué no vas y se lo dices a él? —Pasó a su costado y caminó a la puerta del conductor—. Hoy fui a Incheon con Jungsoo. Ve y pregúntale todo lo que quieras a él.

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