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—Lamento no haber venido antes, ¿cuándo regresaste?

—Hace una horas — dejó el corazón de la manzana sobre la mesilla —. ¿Cómo has estado?

—No estoy aquí para hablar de mí.

—Lo sé — resopló.

—Soo, no quiero que estemos distanciados. Sé que te alejaste por Baekhyun y...

—Él no es el problema, Sehun — se levantó del sofá y caminó dándole la espalda —, me alejé por mi cuenta, por mi propio bien. Estoy confundido respecto a mis sentimientos por ti, y eso lo sabes — volteó a verlo —. Me gusta tu amistad y no quiero perderla pero es necesario tomar distancia.

Sehun mantenía la mirada fija en el suelo mientras jugaba con sus dedos entrelazados. En el fondo de su corazón, sabía que esto pasaría pero no quería aceptarlo. No quería alejarse de Kyungsoo, ese pequeño hombre había hecho mucho por él.
Se levantó del sofá y caminó hasta estar frente al bajito, tomó sus hombros y le dio un largo abrazo pero Soo no correspondió.

—Cuídate, Kyungsoo — dijo sin despegarse del abrazo —. Gracias por todo.

El bajito abrió los ojos, sorprendido. Sehun se estaba despidiendo y él en verdad no quería eso. Entonces, ¿qué diablos quería?

—No te vayas — susurró.

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—¿Quieres café?

—No, sólo siéntate, por favor — vio como Minseok caminaba de un lado a otro en su departamento.

—¿Agua? ¿Soda?

—Min, siéntate — el rubio suspiró y obedeció —. Sé que tenías algo con Luhan.

—No es lo que crees, puedo explicarlo — titubeó.

—Te escucho.

—Cuando fui con Hirina a Incheon, conocí a Luhan. Él es un buen chico, muy lindo y atento, nos trató de maravilla. Él y yo establecimos un vínculo, de alguna extraña manera. Después de la fiesta, venía a visitar a Hirina y en ocasiones venía aquí. Yo siempre estaba solo porque no tenía empleo y tú... tú salías al trabajo y regresabas tarde. Siempre era lo mismo y yo...

—¿Te acostaste con él? — Minseok lo observó directamente sin pronunciar alguna palabra. Sus ojos comenzaron a nublarse y una lágrima rodó por su mejilla izquierda —. No llores y contesta. ¿Te acostaste con él?

—Si — susurró y bajó la mirada. Jongdae quería llorar pero no lo hizo, sólo tomó una enorme bocanada de aire y apretó la mandíbula.

—¿Cuántas veces?

—¡Jongdae, por favor! ¡No hagas esto más difícil! — dijo sollozando. El castaño se levantó del sofá y caminó directo a él, inclinándose un poco para tomar sus hombros.

—¿Por qué? Minseok, ¿por qué? — gritó y sacudió bruscamente al rubio —. ¿Tienes idea de cuánto te amo y de lo mucho que esto me duele?

Minseok no dejaba de llorar así que sólo cerró los ojos evitando ver a Jongdae. El castaño no aguantó más y comenzó a llorar. Sus piernas perdieron fuerza y cayó de rodillas frente a Minseok. Puso su sudorosa frente sobre las rodillas del mayor y sollozó sonoramente. Minseok acarició su cabello y trató de levantar su cabeza para ver el rostro del castaño pero éste negó y se mantuvo en esa posición.

—Jongdae, por favor, perdóname — susurró en su oído —. Perdóname, por favor.

—No puedo — habló con el rostro oculto —, no puedo — ambos guardaron silencio pero segundos después, Jongdae alzó el rostro —. No puedo perdonarte. ¿Cuántas veces no te enfadaste conmigo por mencionar a Wendy? ¡Sólo por mencionarla! ¡Fue mi ex novia, no me acosté con ella mientras salía contigo! Ahora tú, te acostaste con ese tal Luhan y me pides que te perdone. ¿Crees que es tan fácil? — gritó y se alejó de él —. ¿Crees que no duele? Siempre me culpabas por todo, siempre era yo quien hacía todo mal y ahora resulta que...

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