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Había pasado ya un año y el caso de Hirina aún seguía sin ser resuelto. El asesino no aparecía y comenzaban los rumores sobre cerrar el expediente.

Sehun trataba con todas sus fuerzas de superar su pérdida pero no lo conseguía. Kyungsoo había estado con él a diario, motivándolo pero él dolor seguía ahí, en lo más profundo de su corazón.

Por fin Sehun regresaría a trabajar. Su jefe había sido muy comprensivo y había accedido a que Sehun ocupara su antiguo puesto.
Se vió por última vez en el espejo; un traje negro, zapatos bien lustrados y una bonita camisa blanca adornaban su cuerpo. Sólo faltaba una corbata. Buscó entre sus prendas alguna corbata pero no encontró una sola. Era raro ya que él tenía varias en un cajón. Decidió llamar a Kyungsoo. Ya lo había molestado bastante pero aún necesitaba de él, necesitaba a alguien.

Kyungsoo llegó al departamento cinco minutos después de la llamada de Sehun. Llevaba consigo un malentín con algunas corbatas.

—¿Qué pasó con tus antiguas corbatas?

—Creo que mis vecinos no las trajeron — tomó la caja que Kyungsoo le ofreció —. Sólo necesito una.

—Puedes quedarte con la caja, en realidad tengo muchas — mintió.

—En verdad no es necesario, sólo ayúdame a elegir una, ¿si? — el pequeño asintió.

Sacó varias corbatas de la caja y las extendió en la mesa de centro. Puso varias a la par de Sehun, comparando colores y viendo cuál era la mejor opción. Optó por una de color vino y comenzó a atarla.
Estar tan cerca de Sehun lo ponía nervioso, nunca se había sentido así. Tal vez eran los rasgos de Sehun, muy finos y hermosos. Sus labios delgados, boca pequeña y sus ojos tristes que pedían consuelo a gritos.
Terminó de atar la corbata y se quedó unos segundos observando el rostro del más alto. Lucía triste pero un poco motivado. Sonrió un poco pero no obtuvo respuesta.

—¿Cómo te sientes? — comenzó a guardar las corbatas en su lugar.

—No me emociona volver al encierro de mi oficina pero al menos podré pagar mi estancia aquí y dejaré de ser una molestia para ti.

—No eres una molestia, te lo he dicho muchas veces — dejó la caja sobre la mesa y caminó hacia la puerta —. Te espero abajo, no tardes.

~¤~¤~

En el auto, las cosas no fueron distintas. Sehun casi no hablaba pero al menos respondía a las preguntas que Kyungsoo le hacía.

—¿Vengo por ti para comer?

—Ya hiciste bastante por mi.

—Tomaré eso como un sí. Ahora ve. Suerte — sonrió.

Sehun bajo del auto y se metió al edificio. Kyungsoo partió hacia su trabajo, preocupado. ¿Debería regresar al edificio de Sehun? Tal vez no se sienta cómodo en ese ambiente. ¿Será posible que pueda soportar la presión?

Kyungsoo jamás se había preocupado de esa manera y no era para menos. Sehun visitó a muchos psicólogos tratando de superar la muerte de su familia y cuando estaba a punto de hacerlo, recaía. Soo siempre estaba ahí, apoyándolo. Descubrió el maravilloso ser que es Sehun; dedicado, tierno pero sobre todo débil. Kyungsoo tenía la necesidad de protegerlo ante todo, por eso cuando la policía dejó de darle apoyo económico, él se encargó de mantenerlo. Tenía la esperanza de ver a Sehun bien, superando su pérdida e intentando retomar su antigua vida.

Llegó a la estación de policía y caminó directo a la que era su oficina desde hace un año. El oficial Jongin lo esperaba dentro y al verlo hizo una pequeña reverencia.

—Oficial Jongin, ¿qué lo trae a mi oficina? — se sentó en su silla e invitó al moreno a hacer lo mismo.

—El juez Junmyeon decidió cerrar el caso de Oh Hirina.

Kyungsoo se quedó estupefacto. ¿Qué le diría a Sehun? ¿Cómo reaccionaría ante la noticia?

—Pe...pero tan sólo ha pasado un año. ¡No puede hacer eso!

—Él argumenta que no hay pruebas contra nadie ni algún sospechoso. Dice que es en vano tener el caso abierto.

—Eso no es ético.

—Si quiere protestar, está en su derecho — Jongin se levantó de su asiento —. Sólo vine a informarle, yo no puedo hacer nada.

—Gracias por la información, oficial.

Jongin hizo una reverencia y salió de ahí dejando a Kyungsoo en un dilema.

~¤~¤~

—Sehun, bienvenido — el mencionado hizo una reverencia.

—Señor Lee, gracias por recibirme de nuevo.

—No hay nada que agradecer, hijo. ¿Cómo estás? Escuché que cerrarán el caso de Hirina — Sehun bajó la mirada —. Lo siento, creo que no es buen momento. ¿Qué te parece si te muestro algunas novedades?

—Si, por favor.

—En realidad, casi nada ha cambiado. Un par de cafeteras más, remodelación de los baños y un par de empleados nuevos. Vamos, te los presentaré.

El señor Lee caminó hasta el pequeño apartado en donde estaba el escritorio de Sehun. Un par de chicos estaban en los escritorios de los lados pero cuando el jefe se acercó, ambos se levantaron.

—Muchachos, quiero presentarles a Oh Sehun. Él es ahora su nuevo jefe de proyectos, necesito que estén a su disposición. Preséntense, por favor.

Sehun reconoció al chico del lado izquierdo. Era Minseok, su antiguo vecino y amigo.

—Mi nombre es Kim Minseok, es un placer trabajar con usted — el pequeño chico sonrió e hizo una reverencia.

—Yo soy Byun Baekhyun, encantado de conocerlo,  sunbaenim — imitó los gestos de su compañero pero no borró la sonrisa de su rostro.

—El gusto es mío — Sehun hizo una mueca que pretendía ser una sonrisa.

Por alguna extraña razón, el bajito pelirrojo no dejaba de verlo con admiración y demasiada alegría, cosa que incomodó a Sehun.

—Bien, ahora infórmenle al joven Oh sobre los avances del proyecto. Sehun — tocó el hombro del mencionado —, si tienes alguna pregunta, no dudes en ir a mi oficina.

—Gracias, señor.

Su jefe salió del pasillo y entró en su oficina. Sehun se pasó una mano por la cara y decidió ponerse a trabajar.

—¿Cuál es el proyecto?

—Estamos promocionando condones — Minseok le extendió un hoja y Sehun la recibió.

—¿Tenemos la marca y variedad definidos?

—Asi es, mi compañero Baekhyun tiene todos los detalles.

—Aquí tiene, sunbae — colocó un folder con varias hojas dentro —. Todo está organizado, estábamos esperando con ansias su regreso.

Sehun se sintió incómodo. ¿Cómo podía ese tal Baekhyun esperarlo? Era la primera vez que lo veía, sin embargo, parecía que lo conocía de toda la vida. Ignoró todos esos pensamientos y comenzó a revisar los documentos, tratando de concentrarse en su trabajo.

En verdad quería retomar su vida pero la duda constante golpeaba sus pensamientos. ¿Será capaz de hacerlo?

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