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Sehun dió un par de vueltas en su cama disfrutando de la suave textura de las sábanas. Tenía un largo tiempo sin dormir tan cómodamente y, ahora que lo había hecho, se sentía de maravilla.

Un olor peculiar entró a su habitación y llenó sus fosas nasales provocando que su estómago rugiera. No lo pensó dos veces y se levantó de a poco. Buscó sus pantunflas y tallándose un ojo, salió de su habitación para ir al baño y después poder desayunar.

Al salir del pasillo, el maravilloso olor se intensificó. Estaba a punto de ir a la cocina cuando Kyungsoo se apareció en el pasillo.

—Uh, uhm hola — Kyungsoo hizo una mueca —. Lamento haber entrado sin permiso, tenía que avisarte algo pero como te ví dormido decidí prepararte el desayuno.

—Gracias Kyung — dió un par de brinquitos —. Regreso enseguida, tengo que ir al baño — el pequeño asintió y Sehun corrió al baño.

Kyungsoo había preparado bastante comida.
Llegó temprano al departamento de Sehun, estuvo casi media hora golpeando la puerta pero al ver que Sehun no abría, se alarmó y corrió a pedirle la copia de la llave al portero del edificio.

Su preocupación se desvaneció al ver al menor totalmente dormido y acurrucado entre las sábanas desordenadas.
Sehun estaba tan tranquilo que por un momento, Kyungsoo pensó en recostarse a su lado. Claramente no lo hizo por lo que decidió prepararle el desayuno guardando todo el silencio posible. Lástima que no pudo contener el olor, quería sorprenderlo llevándole la comida hasta la cama.

Sehun salió del baño y caminó directo a la cocina, encontrando a Kyungsoo sirviendo la comida.

—Creí que iríamos a desayunar con Min y Jongdae — talló uno de sus ojos.

—Llamé a Minseok para confirmar el lugar pero nunca contestó, también llamé a Jongdae. Él rechazó la llamada y me envió un mensaje diciendo que se cancelaba todo.

—¿Y qué hay de Tao? — Kyungsoo se encojió de hombros y puso un par de platos en la mesa.

—No tengo su número así que no pude contactarlo — Sehun asintió.

—Gracias por cocinar el desayuno, no tenías porque hacerlo.

—No es un problema para mí — sonrió un poco —. Anda, hay que comer todo.

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Jongin se sentó en el sofá, observando todo el desorden que Yixing había hecho la noche anterior. Botellas de alcohol, frituras y un par de envolturas de condones adornaban de una manera no tan agradable la mesilla de la cocina.

—Este puerco imprudente — susurró el moreno —. ¿Cómo diablos usó los condones? Yo ni siquiera escuché algo.

Se levantó dispuesto a limpiar el desorden pero Yixing apareció en la sala, rascándose el cuello y con una expresión de dolor.

—¿Qué diablos hiciste anoche? — Yixing rio y se desplomó en el sofá.

—Hice de todo. ¿Quieres detalles? — Jongin frunció el ceño y negó.

—No necesito que me cuentes — caminó hacia la puerta pero antes de salir, se inclinó hacia atrás —. No saldrás del departamento hasta que limpies todo, ¿entendido?

—Si, mami — Jongin sonrió y salió del departamento.

Yixing se estiró un poco para tomar el control de la televisión. Se mantuvo ahí hasta el mediodía, su estómago pedía comida pero su pereza era más fuerte.

Un tono especial comenzó a sonar en su celular, mandó al demonio a la pereza y se  levantó corriendo para contestar la llamada que ansiaba desde hace varios días.

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