Si bien aquella habitación no era tan grande ni tan iluminada, al pequeño de cabellos verdes eso no le impediría estirarse un poco por las mañanas, tratando de reemplazar los arduos entrenamientos que recibía por todos los días a primera hora, cortesías de su padre, quien, desde pequeño, le había inducido ese hábito, haciéndole creer que era para que en un futuro fuera un ejemplo a seguir o incluso el encargado de la aldea en donde vivía, así como lo era él.
Jamás se disgustó, pues si algo le gustaba era colaborar en el pequeño pueblo en el cuál vivía, ya sea ayudando con los enfermos como lo hacía su hermana mayor, o incluso deteniendo a algún infiltrado o enemigo que se encuentre a los alrededores a de la aldea en compañía de Dabi-san. Y si de Toga-san se trataba... Bueno, ella era un poco más explosiva y atravancada, por lo que ella se encargaba de la cacería y de uno que otro trabajo que requiere de fuerza bruta.
Él lo sabía también. Su pueblo ha vivido con demonios desde la llegada de ellos dos, eso no era un secreto para los habitantes, más si lo era para los pueblos vecinos, los cuales, seguían creyendo que esos seres eran provenientes de la mitología o incluso de tontas leyendas para niños que, si su pueblo aún contaba, tenían la certeza de que eran reales.
Sabían perfectamente que debían tenerlos bajo gran cautela, pues si algún otro lugar se enteraba de aquello, los problemas se verían cercanos, aunque ese era un riesgo con el cual los habitantes de su pueblo, estaban dispuestos a cargar, gracias a el apoyo que ellos les brindaban.
—Ahh... —suspiró —. Extraño ver como se pelean por la testaruda de nee-san —sonrió bajo el peliverde, recordando las incontables veces en las que la mayor se molestaba por los trabajos a veces mal hechos de ambos, pero siempre con un final favorable.
En serio que prefería mil y una vez seguir en casa, escondiéndose de Dabi e Iida en sus celos, los cuales eran los únicos alfas del pueblo que aun no conseguían pareja, pero le gustaba, ya que, con ayuda de Toga y Ochako, terminaban amarrándolos en algún árbol lejos del pueblo, todos esos días de celo, sólo para molestarlos.
Aunque en casos como Dabi, él prefería, la mayor parte del tiempo, alejarse con días de anticipación de la aldea, dejando la peor parte a Iida, a quien por pura molestia y burla, ambas chicas (más por influencia de Toga que de Ochako), dejaban a Izuku contra su voluntad, algunos minutos cerca de él, sólo para que su olor llegara con más intensidad y lo frustrara aún más.
—Pobre de Iida-kun —dijo el pecoso, mientras gotas de sudor caían desde su frente hasta el suelo.
Sin duda, a pesar de su olor como omega, jamás había tenido una situación parecida a esta, ni cercana. Lo más cercano que había tenido, era cuando fue un niño, en donde un hombre había intentado atacarlo y se encontró a una joven que le ayudó, pero eso había sido hace muchos años.
Aunque ese ya era otra historia, en estos momentos no le importaba pensar en lo negativo, sino en los ratos felices que logró vivir antes de llegar a ese asqueroso lugar, siendo tratado como un sucio objeto de prueba de sexo para un bastardo que ni siquiera entendía el concepto de "delicadeza". O así fue hasta ayer, en donde el actuar del mayor lo dejó sorprendido, puesto que su cuerpo no había terminado más que con un par de marcas poco visibles en sus glúteos y un cosquilleo que abarcaba la zona del vientre.
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Amor y Guerra [•KatsuDeku•]
FanfictionHace muchos años, en dónde la magia y la realidad se combinan y las tierras se dividían en cuatro reinos, existían problemas que tenían a los Lord de cada punto cardinal bajo severas reglas, las cuales por nada del mundo debían romperse. Katsuki Bak...