• Capítulo 33 •

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Katsuki fue el primero en despertar, rodando sobre su cuerpo, sintiendo éste un poco entumido por permanecer en la misma posición la mayor parte de la noche debido a estar pegado en un abrazo con el pequeño omega, gruñendo con levedad mientras una...

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Katsuki fue el primero en despertar, rodando sobre su cuerpo, sintiendo éste un poco entumido por permanecer en la misma posición la mayor parte de la noche debido a estar pegado en un abrazo con el pequeño omega, gruñendo con levedad mientras una de sus manos subía hasta su cara para hallar uno de sus ojos, intentando que éste se acoplara a la luz de la nueva mañana.

Por un segundo su mente divagó en los recuerdos del día anterior, sonriendo de manera inconsciente mientras su mirada se dirigía al pequeño cuerpo que parecía removerse en busca de su calor, formando una mueca tierna en su rostro, dejando ver su pecho desnudo de entre las sábanas.

Katsuki verdaderamente jamás lo habías apreciado correctamente, sino que sólo se concentraba en follarlo una y otra vez como le fuera tan posible, pero sabía que su cuerpo no era el de un holgazán, por lo que se le hizo un poco extraño que ahora la musculatura del pequeño hubiese disminuido un poco, ya que si habían alcanzado a ver su abdomen bien marcado con anterioridad, ahora habían disminuido, también los músculos de su cuerpo, dando una complexión simplemente delgada y ya no un tanto musculosa.

Quiso pensar que el pequeño hacía demasiado ejercicio antes, y ahora, como Katsuki no le había permitido hacer nada mas que limpieza, supo entonces que se trataba de eso.

No le molestaba realmente, lo hacía ver mucho más tierno e inocente y eso lo excitaba, pero no se veía nada mal siendo un poco más su masa muscular.

—Buenos días, Kacchan —la voz y el sonido que producía su colchón debido al movimiento le hizo llevar la mirada hacia donde estaba el peliverde, quien parecía estirarse para despertar con ganas cada uno de sus músculo, mientras igual que él, tallaba sus ojos para despertar correctamente.

No respondió, en cambio esperó a que el pequeño se acomodara nuevamente para invadir sus labios en un beso lento, escuchando al pequeño gimotear despacio mientras gustoso pasaba sus brazos por detrás de su cuello, enredando sus delgados dedos entre sus hebras cenizas.

Acarició su pecho desnudo entre el contacto, sintiendo la calidez que trasmitía, llegando hasta uno de sus botoncitos rosados, el cual pellizcó con levedad, sintiendo el suspiro del menor mezclarse con su beso, aprovechando el momento para tomar entre sus perfectos dientes el labio inferior del omega, jalando un poco de él hasta soltarlo y lamer la misma zona, alejándose con una diminuta sonrisa que terminó por sonrojar al chico.

—M-Me sorprende que no haya quedado marca en su labio de aquél día en que le mordí —confiesa bajito, comienzan a jugar con sus dedos con nerviosismo, escuchando cómo el mayor chasqueaba la lengua, volviendo a recostarse a su lado.

—Nuestras heridas tardan segundos en sanar, no es nada extraño, a menos de que sea algo realmente profundo y letra, entonces sí dejará marca —sin aviso llevó su mano hacia su vendaje, bajando éste para que el omega pudiera apreciar la herida producida por la flecha.

Aún estaba abierta pero era menor, la energía purificadora había quemado la piel al rededor en el transcurso de la aldea hacia su hogar, pero en ese momento sólo existía la herida donde se había incrustado dicha arma, dejando la piel al rededor algo rugosa, como dicha señal de cicatriz.

Amor y Guerra [•KatsuDeku•]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora