• Capítulo 29 •

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Nuevamente, como en los últimos días acarició su rostro, inclinándose al lado de ella sobre el piso de madera mientras la apreciaba dormir sobre el futón

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Nuevamente, como en los últimos días acarició su rostro, inclinándose al lado de ella sobre el piso de madera mientras la apreciaba dormir sobre el futón.

Ochako había estado al pendiente de su pareja, curando su herida de vez en cuando y cuidando de su salud desde el día de la batalla. Estaba desesperada por verla despertar y sorprendida por el hecho de no haber muerto con ese ataque.

Dabi le explicó que no lo haría, que no moriría a pesar de que el demonio atravesó su mano por su abdomen, sino que verdaderamente los youkai y hanyou deberían cuidarse exclusivamente de personas como ella -sacerdotisas- o de alguna ataque mortal en su corazón o cabeza, entonces sólo así ellos podrían morir con facilidad, pero no tan fácil como para hacerlo en manos de un humano común.

Aquello le hizo respirar a Ochako por unos segundos, liberándose de una parte de la tensión que cubría su cuerpo una vez que los youkai se largaron del lugar.

Todos los demás tenían heridas, pero no eran tan graves como los de la rubia, sus cuerpos ya se encontraban en perfecto estado mientras que la herida de Toga apenas comenzaba a sanar.

Todo habías sido un desastre, ni siquiera utilizando la espada habían podido lograr nada, pero sabía que en parte, era culpa de esta misma por lo que el cuerpo de su alfa no parecía recuperarse con normalidad, ya que su energía vital había sido robada por el arma y eso no era nada bueno.

Ochako estaba desesperada.

Por el momento sabía que se encontraban a salvo, su hechizo había podido formar una barrera protectora al rededor de las pequeñas chozas que su pueblo pudo construir a lo largo de esos dos días, la cual los demonios no podían traspasar, por lo que la mayoría de los hanyou y otros youkai que vivían en su pueblo se encontraban de igual forma fuera de esta, haciendo guardia de vez en cuando, pasando la barrera sólo con la ayuda de Ochako.

—¿Cómo está ella? —la voz de su padre la hizo sorprenderse, girando su cuerpo para ver el cuerpo escuálido del rubio a un metro y medio de distancia. De lo concentrada y preocupada que estaba ni siquiera se había percatado de su presencia.

—Está mejorando, pero la espada ha consumido mucha de su energía —murmuró, acomodando la cabeza de su alfa sobre sus piernas, acariciando sus suaves cabellos con ternura mientras sentía cómo su vista se nublaba debido a las lágrimas.

Ella no podía llorar, no ahora, debía ser fuerte.

—Temía que éstos pasara... —habló su padre, suspirando con pesadez y tomando asiento sobre el suelo, pasando una mano por sus cabellos —. Debí negarme al hecho de dejarla usar la espada, ella no dejará de consumir la energía de quienes la posean siempre y cuando no sea su verdadero portador —explicó, dejando después que la habitación se llenara de un tenso silencio que hizo que todas las fuerzas que habían mantenido Ochako hasta ese momento se destruyeran.

Lágrimas delgadas comenzaron a bajar de sus mejillas, cayendo sobre el pálido rostro de su alfa sobre sus piernas.

Sintió su marca arder, dando a entender que pese a que no se encontraba despierta, su pareja comprendía su dolor y lo sentía como suyo.

Amor y Guerra [•KatsuDeku•]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora