Pasaron cuatro días y él seguía encerrado en esa pequeña e improvisada prisión, de la cual había intentado salir de ahí para poder buscar desesperadamente al omega, pero aquellos conjuros dibujados en las paredes y esas estúpidas cadenas también repletas de ellos eran tan poderosos como nada que hubiese visto antes, el simple hecho de querer despertar su poder youkai hacía que los grilletes le quemaran la piel de una forma extremadamente dolorosa, por lo que ese día, se mantuvo tranquilo.
Su cuerpo seguramente ya estaba lleno de cicatrices en donde tenía los grilletes, pero poco le importaba, de verdad necesitaba salir de ese maldito lugar y encontrarse con el niño, su cabeza lo traicionaba con cada maldito segundo que pasaba sin saber nada de él y amenazaba con volverlo loco, aquella voz que había dejado de molestarlo desde que Mirko logró sacarlo de su trance hace cinco meses ahora volvía y lo estaba desesperando.
A esa hora, seguramente era mediodía, estaba sentado en un rincón tratando de tranquilizarse, rasgando de vez en cuando el suelo de madera debajo de él, intentando pasar el rato sin algún otro ataque de desesperación. Desde la plática con Toga estaba en medio de ese debate mental, no le importaba nada, solo Izuku y Eri, pero ¿Pelear junto a su media hermana en contra de su propia raza? Era muy difícil para él asumir esa idea, pero si con aquello aseguraba el bienestar de su hija, lo haría con gusto, fuera por quien fuera.
"Ahora estas en la misma posición que tu padre...". Aquella voz en su mente hizo ese comentario con un tono incluso sarcástico, si, estaba en lo correcto, pelear en contra de su gente por aquello que el fallecido describió como "Amor", pero él no permitiría que la historia se repitiera, Masaru había muerto junto a su amante y había dejado a Toga sola en medio de la guerra y bajo el cuidado del Yagi. Por eso mismo no dejaría que Izuku estuviese en peligro, mucho menos que muriera y no podía permitir que la guerra y la profecía continuaran, no en el futuro que quería para Eri.
Entre sus pensamientos, la puerta podrida se abrió frente a él, un alfa de cabellos negros y alborotados empujó al interior a Mirko quien solo sonreía con altanería, dejando algo de duda en Katsuki, pensando que seguramente había hecho de las suyas nuevamente con alguno de ellos.
-Estos rebeldes son demasiado divertidos, se nota que no están muy acostumbrados a tener prisioneros -comento divertida, mirando al cenizo frente a ella, éste solo la miró de reojo tratando de tomar una decisión, aún completamente dentro de sus pensamientos -. ¿Cómo estás? -cuestionó, ya más relajada frente a él y tomando lugar en el suelo.
-Como la mierda -respondió irónico.
Mirko sonrió. Aquello ya se lo esperaba incluso desde el primer día, ya que el haber visto a si antigua pareja después de algunos años reviviendo de entre los muertos no es algo que se viera todos los días... Mucho menos un niño como ese.
-¿Qué haremos ahora? -al hacer la pregunta, la indecisión brilló con algo de culpa en los ojos del mayor, quien en seguida bajó la mirada desganado -. ¿De nuevo crees que te juzgare? Dime lo que tienes en mente y ya lo resolveremos -demandó, tomando nuevamente su papel serio en la situación, tal y como lo había estado haciendo os últimos años con el pueblo y el palacio del Oeste.
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Amor y Guerra [•KatsuDeku•]
FanficHace muchos años, en dónde la magia y la realidad se combinan y las tierras se dividían en cuatro reinos, existían problemas que tenían a los Lord de cada punto cardinal bajo severas reglas, las cuales por nada del mundo debían romperse. Katsuki Bak...