• Capítulo 24 •

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—¡Tú lo conoces Toga! —grita con rabia, apretando sus nudillos al rededor de la firme madera del arco que aún se encontraba tenso entre sus manos, tronando la cuerda por la tensión provocada en esta

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—¡Tú lo conoces Toga! —grita con rabia, apretando sus nudillos al rededor de la firme madera del arco que aún se encontraba tenso entre sus manos, tronando la cuerda por la tensión provocada en esta.

La alfa la miró aterrada, pasando saliva con dificultad mientras movía sus manos ansiosa.

Ahora todo estaba claro, pensaba Ochako, aunque lo único claro ahí era que esos dos se conocían, porque lo demás eran puras dudas y solo eso, aún no descubrían nada.

Quiso salir corriendo, abandonar a su pareja y huir de ahí mientras trataba de consolar su corazón desamparados de aquello.

Su pareja siempre ha conocido el paradero de su hermanito.

Entonces, ¿Qué haría? Su cuerpo estaba por completo inmóvil en el mismo lugar, apuntando como su blanco al demonio frente a ellas que sonreía con burla y superioridad, con sus mejillas empapadas, un gran nudo en el estómago y una desesperación incontrolable que hacía que todo su cuerpo temblara involuntariamente.

Estaba aterrada, de pronto sentía que el mundo se encontraba completamente en su contra, atacándola por todos los ángulos posibles, incluso sentía terror de encontrarse ahí, cerca de su pareja.

—Tu lo supiste... Todo el maldito tiempo lo has sabido... ¡Tú sabes dónde estás mi hermano, Toga! —le grita con rabia, apretando los dientes con fuerza y dejando que un mar de lágrimas cayeran por sus redondos ojos avellana mientras la otra sólo mantenía baja su mirada —. Pudimos haberlo rescatado desde un principio, tu sabes quien lo tiene —la tierra bajo ella se humedeció debido a sus lágrimas llenas de rabia, notando también como el cielo había logrado oscurecerse mientras provocaba estruendos.

—Tú no sabes nada de esto, Ochako... Él es una bestia, un demonio, la criatura más estúpidamente horrible que conozco, si hubiéramos llegado al palacio ese día seguramente él se hubiera encargado de matarnos uno a uno junto con sus hombres, date cuenta que es el territorio enemigo —murmura bajo, reteniendo las ganas de correr hacia ella y soportando la sensación de rechazo que le demostraba su pareja con la marca, arrepintiéndose  de no haberlo hablado con anterioridad.

—¡No! Tú debiste confiar en nosotros, pudimos salvarlo y traerlo de regreso, sabías lo mucho que he estado sufriendo por él —gruñe molesta, volviendo a tensar el arco entre sus manos, apuntando hacia la cabeza de su pareja, quien abrió los ojos sorprendida y aterrada.

—Ochako —murmura con terror, sintiendo y compartiendo la rabia y la impotencia que comenzaba a crecer sin parar en el cuerpo de la castaña, haciendo que hasta ella se tambaleara un poco.

—Vas a pagar con tu vida —susurra, aterrando a la rubia quien no se atreve a moverse ni un milímetro, sintiendo cómo la flecha era soltada en ese preciso momento y pasa con lentitud y extrema presión al lado de su cráneo a la altura de sus ojos, Rosando con su cabello para luego, en menos de medio segundo, impactara contra el hombro del pelirrojo, quien estaba mucho más entretenido en ver la disputa, distrayéndose y asombrándose al ver el inmenso resplandor que le cegó por unos minutos en cuanto la flecha hizo contacto con su hombro.

Amor y Guerra [•KatsuDeku•]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora