• Capítulo 44 •

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En unas cuantas horas y haciendo uso de sus transformaciones, los youkais lograron llegar a la base, Yui llevó a Yosetsu a la enfermería y Kirishima, quien sabía que todo iba a estar sumamente peligroso con Katsuki, los acompañó para que curaran s...

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En unas cuantas horas y haciendo uso de sus transformaciones, los youkais lograron llegar a la base, Yui llevó a Yosetsu a la enfermería y Kirishima, quien sabía que todo iba a estar sumamente peligroso con Katsuki, los acompañó para que curaran sus heridas.

Antes de dirigirse al lugar, se había topado con Katsuki, quien al parecer estaba furioso, su mirada estaba llena de coraje a pesar de que no decía ni una palabra, solo se le veía tensar su mandíbula y apretar los puños, el menor supuso que se trataba por haber sido orillados a retirarse de la batalla, sin embargo no era eso lo que tanto lo perturbaba y Kirishima definitivamente no tenía ganas de ser sacado a patadas de cualquier maldito lugar si es que le seguía.

La última vez le reventó la cara y, ese día, no supo cómo agradecer a las deidades el que lo hayan bendecido con su habilidad.

—¿Te vas a ir? —le preguntó antes de tomar un camino separado. El mayor solo asintió viéndolo por el rabillo del ojo —. Bien, más tarde iré a verte, ¿de acuerdo? —y sin más que decir, Katsuki se retiró dejándolo completamente sólo.

Al menos no había asesinado a Yosetsu por lo de su hija, pensó, aunque éste había terminado muy mal y había perdido una de sus extremidades en la pelea, pero seguía vivo. Se pasó la mano por el abdomen y sintió de nuevo aquel maldito dolor que lo hacía gruñir, sin embargo la herida a pesar de ser profunda era fácil de cerrarla, por lo que sin preocuparse se encaminó a encontrarse con los otros, ignorando el hecho de que su amigo y mayor había estado raramente silencioso en todo el camino hacia la base e incluso no comenzó a maldecir a su media hermana en cuanto llegaron al lugar.

Bueno, nadie iba a morir por un día sin maldiciones de parte del rubio después de todo.

Por otra parte, Katsuki no tardó nada en llegar a donde se encontraba su casa, agradeciendo el hecho de que la gruesa capa de nieve ya no se encontraba presente y, contrario a aquello, sólo podía ver el verde césped y los verdes follajes de los árboles cubriendo todo el panorama. A veces verde y a veces rosa debido a los árboles de cerezo.

Entró a la casa sin importarle sus ropas llenas de sangre, olvidando por completo quitarse las botas en la entrada, sino que, en cambio, sólo lanzó su sucia capa a cualquier parte del suelo de la habitación, siguiendo en seguida con su mirada fija a su objetivo y encontrando a Tsuyu en el camino.

Supuso que el bastardo de Todoroki seguramente se encontraría aún en la base cumpliendo lo que le había dejado a cargo mientras la pelos rosas compraba los alimentos en el pueblo esa tarde. Tsuyu, por otra parte, tan rápido como lo vio y captó ese voraz fuego en su mirada retrocedió unos pasos con sus brazos al rededor de su vientre intentando proteger a la criatura dentro de ella.

Un alfa furioso. El peor enemigo de un omega indefenso.

Con impotencia y terror, quiso hacer algo para detenerlo y salvar a Izuku, sacarlo de ese lugar a como diera lugar, peo su cuerpo no estaba pensando de la misma manera ya que sus piernas se habían convertido en un par de gelatinas que no le dejaban hacer nada más que ahogarse en sus lágrimas.

Amor y Guerra [•KatsuDeku•]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora