• Capítulo 48 •

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Al día siguiente y a primera hora, Mirko se aseguró de guiar a sólo la mitad de las Sirenas hacia la base del Oeste, debido a que Chisaki habían logrado hacer de las suyas, manteniendo a la mitad de sus mujeres en el castillo para asegurar la segu...

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Al día siguiente y a primera hora, Mirko se aseguró de guiar a sólo la mitad de las Sirenas hacia la base del Oeste, debido a que Chisaki habían logrado hacer de las suyas, manteniendo a la mitad de sus mujeres en el castillo para asegurar la seguridad.

La beta, muy molesta con aquello, evitó quejarse, ya que si ese bastardo pelinegro había logrado hacer de las suyas, igual no les dejaba ilesos de ser un posible blanco para los rebeldes, y con el rey así, sólo las sirenas podrían defender al pueblo.

Por lo menos no era de en balde. Aunque Chisaki no se salían se ese buen puñetazo antes de que la peliplata abandonara el castillo, prometiendole una buena paliza cuando la misión terminara y pudiera regresar.

Mirko había guiado a las Sirenas por más de dos días y finalmente habían llegado a la base de Katsuki, en el trayecto se habían encontrado con algunos rebeldes pero no tuvieron problemas para acabar con ellos, ahora caminaba por los pasillos de las instalaciones, buscaba con algo de curiosidad tanto a Bakugou como a Kirishima, quienes no parecían estar en ningún lado, y si no hablaba con ellos pronto, sus dragonas iban a tener que esperar fuera del castillo hasta recibir la necesaria autorización.

Chasqueo la lengua molesto, seguramente estaban follando con algunos humanos bastardos mientras ella hacía el trabajo pesado.

Cuando por fin encontró a su mentor, hizo un saludo respetuoso, mostró una sonrisa que inmediatamente se borró cuando se topó con aquella mirada escarlata fría y vacía, el cenizo ni siquiera volteo a verla, ella solo se movió a un lado para dejarlo pasar, como si jamás en la vida se hubieran visto.

¿Qué demonios había sucedido en ese tiempo que habían tenido sin verse? ese no era el mismo Bakugou Katsuki al que recordaba apenas hacía un año. Antes, de solo verla, hubiera mostrado esa estúpida sonrisa socarrona que portaba de nacimiento y le hiciera dado una cálida bienvenida como lo era siempre, con alguna cogida de por medio, pero ahora, ni siquiera se debía dignado en verla.

¿Era por Chisaki? Por dios, si a ese bastardo de Katsuki ni siquiera le importaba lo que hiciera con su trasero.

Decidió pasar aquello por alto en esa ocasión y siguió adelante, ya sabía quién le diría la verdad, no era muy fácil, solo debías reír a sus malos chistes y soportar lo encandilador por esa babosa sonrisa y listo. Kirishima era un buen arma de doble filo.

Al llegar a la oficina de éste, entró sin ser muy sutil, Kirishima estaba acostado en el sillón y su cara estaba cubierta con el sombrero de su uniforme, estaba exhausto, no había dormido supervisando a Katsuki hasta que pudo constatar que no cometería alguna locura, por aquella razón no pudo percibir el aroma de la intrusa que ahora llegaba a interrumpir su descanso.

La youkai sonrió, con algo de cautela se acercó a él y saltó montándosele encima, el pelirrojo solo dio un respingo y se quitó el sombrero para verla a los ojos, Kirishima se sorprendió de verla ahí, posiblemente su presencia significaba también la de sus hermanas mayores y eso no era nada realmente bueno.

Amor y Guerra [•KatsuDeku•]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora