Él solo podía llorar, no entendía qué estaba sucediendo. No conocía a la persona que estaba llevándoselo, con sus cuatro años recién cumplidos, no lograba asimilar la gravedad de la situación
Las personas que lo recibieron no lo acogieron con una sonrisa, por el contrario, lo obligaban a realizar distintas tareas en la casa, y muchas veces lo privaban de la comida. Era forzado a dormir en un oscuro sótano, donde la humedad y el frío provocaban que pasara muchas noches sin poder conciliar el sueño.
Jason nunca entendió la verdadera injusticia de la vida, el por qué sus padres lo mancillaban de esa manera. Cuando comenzó a crecer, los castigos fueron mayores, y su personalidad se fue endureciendo.
Hasta que una pelea desencadenó su huida.
Tomó la poca ropa que le pertenecía, y por la noche, abandonó la casa que no podía llamar hogar. No tenía dinero, ni una educación como los otros niños que él veía pasar, observando embelesado, desde atrás de una ventana tintada de suciedad.
Aprendió a leer y escribir gracias a unos libros que encontró guardados en unas cajas en el sótano. No era un erudito, pero su inteligencia le permitió entender lo justo y necesario para saber contar el dinero, y no dejarse embaucar.
Consiguió refugiarse en un edificio abandonado, donde había logrado reciclar elementos que encontraba entre las cosas que la gente desechaba, para tratar de convertir ese lugar en algo digno de ser llamado hogar. Cuando cumplió los dieciocho años, se dio cuenta de que debía mantenerse alejado de las pandillas y de los problemas. La policía no podía detenerlo y devolverlo al horror del cual se había escapado, ya que tenía su mayoría de edad, pero podían pillarlo si no respetaba las reglas.
Durante un tiempo vivió de lo que la calle le proveía, limpiaba vidrios y algunas veces, cuando la situación se volvía difícil, llegó a rebuscar en los contenedores de los restaurantes por algo de comida. Su fortuna cambió gracias a un hombre que conoció en un comedor comunitario que solía frecuentar, cuando le ofreció un trabajo en una obra en construcción. El empleador evaluó su condición y comenzó asignándole trabajos livianos, poniéndolo a prueba. Pero debido a su gran determinación, acabó demostrando responsabilidad y comenzaron a llamarlo para tareas más complejas, que implicaban un pago mayor.
La vida comenzaba a sentirse como tal, una vida. Y por momentos olvidó los sacrificios que conllevaban ser un sin techo y no tener familia a la cual acudir.
Jason se alejaba de los problemas, pero al hacer una excepción, se encontró con algo que deseo mucho tiempo, el amor.
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En Brazos de un Angel
General FictionKeyla es un alma caritativa, Jason subsiste gracias a la caridad. Ella ha perdido a su familia, él nunca ha tenido una. A pesar de que su inocencia fue robada, Jason cree en la existencia de los ángeles y está seguro de que Keyla es uno. Pero hay ve...