El silencio reinó mientras ellos degustaban el desayuno. Keyla estaba ideando proposiciones para poder pasar más tiempo en la compañía de Jason. Tal vez, incluso enseñarle a leer. Solo esperaba que no creyera que estaba entrometiéndose en su vida. A pesar de que muchos le dirían que estaba loca en confiar en un hombre que conocía hacía pocos días, ella sabía que él no le haría daño. Y ya había decidido ayudarlo, aunque tuviera que luchar para convencerlo.
Jason podía darse cuenta de que Keyla estaba particularmente callada. No era que la conociese mucho, pero sabía que ella estaba reviviendo la extraña situación que habían compartido horas atrás. Estaba seguro, porque era en lo único en lo que él podía pensar. El olor a jazmines de su piel, había quedado impregnado en sus fosas nasales, haciéndole imposible olvidárselo.
Percibió por el rabillo del ojo, cómo la comisura de sus labios se levantaba, haciendo aparecer una bella sonrisa. Definitivamente algo estaba tramando, y él se sentía de lo más curioso por saber lo que pasaba por esa cabecita. Acabó el zumo de naranja y respiró hondo, buscando las palabras adecuadas para explicarle lo que pretendía hacer en su departamento. No tenía intención de herir su orgullo, sacando a relucir las falencias que había encontrado. Pero necesitaba hacerle saber que él haría lo que sea por devolver su generosidad.
Aunque sus intenciones no eran del todo honorables, pensó. Él deseaba permanecer más tiempo a su lado, llegar a conocer sus temores y compartir sus alegrías. Sacudió su cabeza ante la ráfaga de pensamientos que lo atravesaban, nunca había querido conocer a una mujer de la manera que anhelaba conocer a Keyla. Jason era consciente de que él no tenía mucho para ofrecerle, y tal vez le causase más problemas que soluciones, pero por primera vez en su vida quería ser egoísta.
—Keyla...
—Jason...
Hablaron ambos al mismo tiempo, y rieron ante la situación. Como todo caballero él le permitió la palabra.
—Sin que creas que me estoy entrometiendo en tu vida, quería hacerte una propuesta —murmuró Keyla retorciendo sus manos con nerviosismo sobre su regazo.
—Vaya casualidad, yo también pensaba hacerte una proposición —exclamó Jason sonriendo ante el hecho de que ambos tenían las mismas intenciones. Mantenerse lo más cerca posible, el tiempo que fuese necesario.
—¿Y qué proposición tienes para mí? —inquirió ella enarcando una ceja.
—Bueno... no sé cómo decirte esto para que no suene desagradable —balbuceo Jason —. Estuve echando un vistazo a tu apartamento... y me pareció que hay algunas cosas que necesitan unas mejoras... —murmuró deteniéndose, para tratar de descifrar la reacción de Keyla. Lo que menos quería era disgustarla por su intromisión.
—Es verdad, el edificio es antiguo y hay muchas cosas de las cuales no puedo hacerme cargo.
—Si me permites me gustaría ayudarte. Yo podría venir por las tardes cuando salgo de la obra y hacer las reparaciones necesarias —musitó sintiéndose satisfecho de que ella no se sintiera herida ante su comentario.
—Oh, eso sería agradable. Pero no puedo aceptarlo... —él estuvo a punto de discutirle, cuando ella levantó su mano, instándolo a callarse —. Cómo dije, no pudo aceptarlo, sin darte algo a cambio. No me sentiría cómoda.
—No quiero que me des nada a cambio, quiero hacerlo para retribuir todo lo que has hecho por mí —farfulló Jason.
—No obstante, no aceptaré que trabajes de manera gratuita —vaciló por un momento, pero decidió expresar su pensamiento. Al fin y al cabo la propuesta de Jason le había dado margen para que ella le expusiera sus intenciones sin remordimientos —. Como no tengo dinero para pagarte, te propongo un intercambio.
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En Brazos de un Angel
General FictionKeyla es un alma caritativa, Jason subsiste gracias a la caridad. Ella ha perdido a su familia, él nunca ha tenido una. A pesar de que su inocencia fue robada, Jason cree en la existencia de los ángeles y está seguro de que Keyla es uno. Pero hay ve...