Hola hola!! Estaba de buen humor, y dije: voy a dejar capitulo jaja...
Bueno espero les este gustando la historia, como vengo diciendo desde hace varios capitulos atras, me ayudarian un monton si votaran y dejaran su comentario. No solo me ayudan a saber su opinion, sino a que la historia pueda crecer.
Gracias y espero la disfruten...
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Jason decidió no enfrentarse a su padre en ese momento, necesitaba pensar qué paso dar a continuación. Ahora entendía por qué Keyla había mantenido distancia, ella de alguna manera, sabía quién era Edward Callahan. Suspiró hondo, convocando a la paciencia y se alejó presuroso.
Sus hermanos lo observaron interrogantes, él se limitó a dejar el móvil en el mismo lugar de donde lo había tomado y corrió a su habitación por una cazadora. Observó el teléfono que su madre le había obsequiado, un móvil de última generación, que aún no había podido explorar. La tecnología nunca lo motivó, tal vez porque no creció rodeado de grandes lujos.
Bajó los escalones de dos en dos, repasando mentalmente las palabras que dedicaría a Keyla. Se detuvo solamente un minuto, dirigiéndole unas palabras a Micah.
—Necesito salir… —balbuceó replanteando la idea que se construía en su mente —. ¿Podrías llevarme?
—Toma uno de los vehículos, el Porsche es mío —musitó.
—No sé conducir —susurró tratando de ocultar su vergüenza.
—Hombre, haberlo dicho antes —de un salto se levantó y agitó un juego de llaves que sacó de su bolsillo. Se giró hacia Juliette e hizo una mueca —. Dile a madre que tendremos que hablar de ese tema cuando vuelva.
Juliette arqueó las cejas, pero se limitó a no hacer preguntas. Se encogió de hombros y continuó con la tarea de degustar la tarta. Micah en dos zancadas estaba a su lado, sonriéndole como niño que acaba de descubrir un regalo.
Jason se acercó a su hermana y depositó un beso en su mejilla. Nunca dejaría de sorprenderse por la facilidad con la que podía expresarse con ella. Juliette era un libro abierto y una persona con la cual era muy fácil encariñarse.
—Jason no olvides que prometiste presentarme a Keyla —musitó adivinando el motivo de su partida.
—Si logro convencerla —susurró para sus adentros.
Llegaron al garaje, donde más de ocho autos de alta gama estaban aparcados. Micah apretó un botón del llavero y la alarma de un Porsche gris plata comenzó a sonar. Su hermano señaló con su mano el vehículo, instándolo a subirse. Jamás había sentido el potente motor rugir, los cómodos asientos y la adrenalina de la velocidad.
—Respira, hermano —exclamó Micah sonriendo —. Parece como si estuvieras a punto de vomitar. ¿Es hermosa mi máquina, verdad?
Jason asintió tratando de hacer regresar el oxígeno a sus pulmones. No llegaba a ver el contador de velocidad, pero suponía que estaban arriba de los ciento cincuenta. Solamente rogaba llegar ileso, y de ser posible con todos sus órganos en su lugar.
—Recuérdame enseñarte a conducir —murmuró Micah —, disfrutaras de la velocidad cuando estés tras el volante.
Jason se relajó en el asiento de cuero negro y cerró los ojos. Imaginó que se encontraba en un lugar paradisiaco, besando cada terminación nerviosa del cuerpo de Keyla, haciéndola suspirar y rogar por cada caricia. Se sobresaltó cuando el vehículo se detuvo de repente.
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En Brazos de un Angel
General FictionKeyla es un alma caritativa, Jason subsiste gracias a la caridad. Ella ha perdido a su familia, él nunca ha tenido una. A pesar de que su inocencia fue robada, Jason cree en la existencia de los ángeles y está seguro de que Keyla es uno. Pero hay ve...