Capitulo 23

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Bueno, como propuse les hare un mini maratón de dos capitulos!!! XD

Agradezco a todos los que me apoyan, dandome sus votos y comentarios!!! 

Saluditoss!!!

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Cada día Keyla debía eliminar su lista de llamadas del móvil. El culpable era Jason y su insistencia. Al menos cinco veces por día hacía sonar su teléfono, retorciendo su corazón cada vez que veía su imagen en la pantalla. No atendía, dejaba que la llamada fuera guiada al buzón de voz y luego la eliminaba. No quería oír su voz, de lo contrario su voluntad podría flaquear.

 Durante la noche las pesadillas la acechaban, imaginándoselo junto con la morena de escultural figura. Keyla actuaba como espectadora de sus encuentros furtivos, presenciando los brazos  de su hombre tocar a otra mujer, su boca unirse con labios que no le pertenecían. Y siempre oía la voz de Edward advirtiéndole que su hijo perdería todo si ella era tan egoísta como para poner sus sentimientos por encima de sus demandas.

Se las ingeniaba para levantarse cada mañana y no dejarse llevar por la depresión. Su otra mitad ya no estaba con ella y le costaba minutos de llanto recomponerse, poner una falsa sonrisa en su rostro y enfrentar al mundo. Maya ya no le aconsejaba, creyéndola una causa perdida. Pero Keyla agradecía ese silencio, no necesitaba más recordatorios de la miseria en la que se había convertido su vida.

Había vuelto a frecuentar el comedor comunitario, tratando de reclamar fragmentos de sus encuentros con Jason. Era el único lugar impoluto y libre de la vil presencia de Edward y ella se aferraba a ello con todas sus fuerzas. Cada vez que veía entrar a un joven de cabello castaño y la complexión de Jason, su corazón brincaba. Pero después de un reconocimiento volvía a sumergirse en la amargura de estar sin el calor del cuerpo del único hombre que le enseñó a amar.

Cada vez con mayor frecuencia su mente divagaba, recordándole los momentos vividos con él. La presión de sus brazos rodeando su cuerpo, la exquisita sensación de sus labios unidos con los suyos. Echaba de menos su risa, ronca y cautivadora, ver cómo sus ojos demostraban lo que a ambos les costaba decir con las palabras.

Obligándose a volver a la cruda realidad, retomó su asiento en el círculo de lectura sosteniendo en sus manos un libro que le recordaba mucho a Jason. Grandes esperanzas de Charles Dickens. La novela narraba la historia del huérfano Pip, describía su vida desde su niñez hasta su madurez tratando de convertirse en un hombre de nobleza a lo largo de su vida.

—Comenzamos con la lectura —musitó, tomando la atención de las personas reunidas a su alrededor.

Con el poco aliento que mantenía en sus pulmones, comenzó a leer.

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Catherine había sido testigo de la desdicha de su hijo y estaba sintiendo su dolor como si fuese propio. Incapaz de verlo un minuto más sumergirse en la desesperación de la pérdida del amor, tomó la decisión de ir en contra de su esposo. Sabía las consecuencias de lo que estaba a punto de hacer, pero nada valía más volver a poner una sonrisa en el rostro de Jason. Se lo debía, ella había estado para Juliette y Micah, pero su hijo mayor no había tenido el afecto materno.

Volvió a contar el fajo de dinero que tenía en sus manos, asegurándose de poseer la cantidad exacta. Veinte mil dólares, por fortuna no era una suma exorbitante para ellos y ella podía hacer uso de ese dinero sin necesidad de consultarlo con Edward. Si él se enteraba antes que ella pudiera hacérselo llegar a Keyla, posiblemente no tuviera otra oportunidad de volver a retirar una suma sin que su esposo estuviera controlando cada transacción.

En Brazos de un AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora