CAPÍTULO 11

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El televisor permanecía encendido, Joseph se sentía incapaz de dormir, por momentos contempló a Sophie, quien dormía plácidamente a su lado. La habitación era un verdadero desastre, al parecer Sophie se había encargado de tirar todo a su paso antes de que él regresara. No supo que hacer cuando vio todo tirado en el suelo, así que sólo se había acercado a su novia y la abrazó con fuerza, ella resistió al principio, empujándolo y pegándole en el pecho pero él simplemente se había negado a soltarla, poco después debido a la borrachera y el llanto Sophie había cedido a permitir que él la apapachara. Minutos después se acostaron juntos, ella no había dejado de llorar y de murmurar cosas ininteligibles hasta que por fin se quedó dormida.

—Perdóname —le susurró a Sophie mientras acariciaba su cabello, ella no se movió ni un ápice, tal parece que el sueño la había vencido por completo.

Ella era realmente preciosa —y por eso se habia fijado en ella—.
Sus largas y espesas pestañas dibujaban sombras sobre sus sonrojados pómulos, tenía un aspecto angelical el cual no había visto nunca en ella y menos cuando estaba despierta. Sophie era fuerte «Y podrá superar cualquier cosa» se dijo, aunque al recordar cómo se había puesto hace unos momentos dudó de aquello. Suspiró.

Con mucho cuidado él se puso de pie y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Fue a la cocina, sacó una cerveza de la nevera, la destapó y le dio un pequeño sorbo y se dirigió a la ventana de la sala. Desde ahí contempló lo poco que podía ver de la ciudad ya que varios edificios le obstruían gran parte del paisaje. Miró el cielo estrellado, la luna era un cuarto creciente por lo que apenas le ofrecía una pequeña luz pero le permitió ver los autos que serpenteaban por las calles, era viernes asi que obviamente había más borrachos de lo normal. También pudo contemplar a varias personas que caminaban con rapidez por temor a encontrarse con un delincuente. Pudo divisar a un niño que se sentó en la banqueta y se llevó algo a la boca, su ropa estaba echa jirones y pudo notar que estaba descalzo. Sintió como se le encogía el corazón y también un hueco en el estómago, ese niño despertó en él un sentimiento nostálgico al recordar su propia niñez. Él había pasado por todo aquello, sufrió hambre, golpes, soledad, intentos de robo, intentos de violaciones, frío... tuvo que aprender a robar para poder sobrevivir. En algunas ocasiones los vendedores ambulantes o personas que se enternecían al verlo le regalaban algún sobrante de comida, algún dulce, pan o agua.
Pero no siempre era suficiente, no todo el tiempo sería un niño y la gente ya no le ofrecería ayuda. Con el tiempo se convirtió en todo un profesional a la hora de robar. Tenía 16 años cuando un chico —un viejo compañero de robos— le habló sobre su jefe.

—Deberías venir conmigo —lo había alentado el chico que respondía al nombre de Jeff—, él nos ofrece un buen trabajo, podremos ir a comer a su enorme casa y también dormir ahí.

A Joseph le parecía muy extraño ¿Por qué un hombre con tanto dinero y una casa enorme contrataba chicos de la calle y les ofrecía tantas cosas? Pero no dudó en las palabras de Jeff ya que lucía bastante limpio y un poco mas llenito. La verdad era que le había llamado mucho la atención. Necesitaba ver de qué se trataba y aceptó ir con él.

Se quedó boquiabierto y mudo de la impresión al ver la enorme mansión que estaba frente a él. Entró junto con Jeff y se preguntó si a su jefe no le molestaba que entrara sin avisar y con otro chico que ni conocía. En el enorme vestíbulo había chicos como él, sucios, harapientos y evidentemente solos. También pudo notar que había de todas las edades y no dudaba en que alguno tuviera 10 u 11 años.

Joseph se formó al lado de un chico de cabello rizado e innumerables lunares en el rostro, pudo calcular que no tenía ni quince años. El chico le sonrió.

—¡Hey! —lo saludó— ¿tú también eres nuevo?
—No exactamente —le había respondido Joseph —. Solo vine a ver de qué se trata todo esto —dijo extendiendo los brazos señalando el lugar.
—Yo también, pero un amigo me contó un poco de esto, todos los que estamos aquí somos nuevos menos tu amigo. Supongo.

Joseph asintió.

—¿Como te llamas?
—Joseph ¿y tú?
—Nicholas.

No pudo evitar sonreir al recordarlo. Desde ese instante Nick y él se habían echo inseparables. Mientras esperaban ahí platicaron sobre su vida en la calle y de cómo habían parado ahí. A ambos los habían abandonado, a Joseph le sorprendió mucho, su historia se parecía a la de él y sus madres eran parecidas —o al menos así le pareció cuando ambos las describieron. Eran de cabello chino, oscuro, ojos rasgados y de color café, de nariz respingada, labios delgados, entre otras similitudes. El tiempo se pasó volando. Al poco rato el jefe se presentó en el vestíbulo.

Joseph recordaba perfectamente la manera en que Vondine los había mirado a Nick y a él, no supo interpretar su mirada pero no reparó más en aquel detalle. Ese mismo día un medico llegó, les tomó a todos sus datos y una pequeña muestra de sangre. Al ver que la mayoría se negaba Vondine se planto en medio de ellos y había golpeado su mano con fuerza sobre una pequeña mesa que se encontraba ahí. Todos dieron un respingo.

—Necesito esas muestras —dijo con voz fuerte—, para verificar que no tengan alguna enfermedad mortal o contagiosa ¿entienden?

Todos se quedaron callados y asintieron lentamente con la cabeza.
Los resultados tardaron una semana en llegar y durante ese tiempo todos permanecieron en la mansión.
Les proporcionaron habitaciones —sí, una para cada quien—, ropa, comida y obviamente artículos higiénicos. De inmediato todos se metieron a bañar y se pusieron ropa limpia. Joseph se sintio mucho mejor. Todos los días se la pasaba platicando con Nick, los dos habían simpatizado bastante bien. La comida era deliciosa, debía admitir que jamas en su vida se hubiera permitido algo así de seguir en las calles.

Cuando llegaron los resultados y se comprobó que todos estaban sanos se les explicó en que consistía el trabajo. Todos sin excepciones se mostraron maravillados ante la idea de obtener mucho dinero en cuestión de minutos.
Al recordar aquello Joseph pudo percatarse del evidente favoritismo que Vondine les dio a Nick y a él. Jamas había entendido el porqué, sin embargo estaba muy cerca de descubrirlo.

REVENGE II [+18] •TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora