CAPITULO 22

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El fin de semana a medianoche era totalmente indicado para salir a divertirse, podía apreciarse la cantidad de gente que recorría las calles, parques y antros o bares. Obviamente las familias con niños pequeños optaban por salir a parques, centros de recreación o cines. Las parejas preferían los antros, bares, o los hoteles, o en caso de que prefirieran ser un poco mas románticos, paseaban por las galerías tomados de las manos.
Benjamin Greyson, el jefe de Rachel, prefirió los bares. Antes los visitaba con bastante regularidad pero desde hacia algún tiempo le parecían algo… aburridos. Había recorrido algunos pero todos estaban tan atestados de jóvenes que se sentía fuera de lugar. Finalmente llego al Elite Bar, un lugar exclusivo para gente de alto nivel económico. Entró y pudo notar que varias mesas estaban ocupadas, en su mayoría, por señores vestidos de traje y que al parecer trataban asuntos de negocios. Entonces, a lo lejos, vio a un señor con cabello ligeramente largo, con gafas que le proporcionaban una personalidad misteriosa y que iba con ropa bastante informal, lo reconoció de inmediato y fue hacia él. Se sentó en la misma mesa.

—Cuánto tiempo sin verte George —saludó Benjamin con una sonrisa en su rostro.

George Vondine le devolvió la sonrisa.

—Benjamin, ya lo creo, mucho tiempo —concedió— ¡Qué sorpresa verte por aquí —exclamó mientras recargaba sus codos sobre la mesa y entrelazaba sus manos.
—No creo que sea exactamente una sorpresa, George, tú ya sabías que estaba aquí, en Nueva York —hubo un deje de resentimiento en su voz—, por algo tus chicos interfirieron en mis planes, ya sabes, ese robo que interrumpieron y que por poco provoca que se los lleven a todos.

George se quedó callado unos segundos y dio un pequeño sorbo a su coñac. Un mesero se acercó y le ofreció una bebida a Benjamin, quien aceptó. El mesero se apresuro y al terminar de servir se retiró dejando un pequeño plato con cacahuates salados.
George se aclaró la garganta.

—Benjamin, sabes perfectamente que todo Nueva York me pertenece, tú haces tus negocios en la frontera, ese era el acuerdo —dijo un poco molesto.
—Lo sé, George, pero sé me presentaron unos problemas, los mexicanos han empezado a meterse en mi terreno, y para ser franco, van ganando.
—Ese no es mi problema —replicó George a su vez mientras encendía un cigarrillo.

De nuevo el silencio se cernió sobre ellos, un silencio bastante tenso e incomodo, ambos habían sido grandes amigos en el pasado y al parecer para ambos era difícil enfrentarse a esta situación, nunca antes habían peleado por algún territorio pero ahora todo había cambiado.
Benjamin fue el primero en retomar la conversación.

—¿Cuándo le diras que es tu sobrino?

George se tensó, pero guardo la compostura. Carraspeó un poco y dio una calada a su cigarro antes de hablar.
—¿A quién?
—Sabes de quien hablo, no es necesario que lo ocultes. Joseph tiene derecho a saberlo.
—No veo por qué te interesa.
—George, sé que por ahora tenemos unas diferencias, pero siempre hemos sido amigos y sea como sea me interesa un poco lo que pase contigo.

Vondine suspiró. A nadie quería revelarle aquello, sentía de alguna manera que era un secreto que debía permanecer oculto hasta la eternidad. Pero no podía mas, necesitaba desahogarse, y ahora Benjamin, su mejor amigo, estaba ahí.

—No pienso hacerlo —dijo finalmente—, es algo que él no debe saber.
—¿Por qué?
—Tendría que revelarle la verdad de su madre.
—¿La verdad?
—Es una historia larga. Espero que tengas tiempo.

Benjamin asintió.

—Mi hermana, Johanna, siempre quiso dinero fácil. Le gustaba drogarse y tomar hasta emborracharse. Cada noche llegaba a la casa con un chico diferente. Intenté hablar con ella pero nunca me escuchaba —tensó los labios formando una fina línea—. Hasta que tuvo la estúpida idea de venderse. Su pareja se convirtió en su padrote él le conseguía clientes. Pero como era de esperarse salió embarazada, aquello les arruino el negocio por un tiempo. Cuando lo tuvo, al principio pensó que podría con él, hasta que el pequeño cumplió cinco años, su padrote-pareja ya no lo soportaba, primeramente por que no era su hijo, y además era un gasto más para ambos. Mi hermana lo abandonó a mitad de la noche en la puerta de un edificio.
—¿Y por qué no fuiste por él en ese momento? —lo interrumpió Benjamin.
—Porque yo no lo sabía —respondió George con un suspiro— , a los pocos años de ello, me llamo su padrote, ese hijo de puta me dijo que Johanna estaba en el hospital. Fui de inmediato por ella, desgraciadamente los doctores me dijeron que ya no había nada más que hacer, el SIDA la estaba matando. Entré a verla, estaba pálida, demacrada, con unas enormes ojeras, y tan delgada que parecía que se rompería con tan sólo tocarla.
»Ahí en su lecho de muerte me confesó lo de su hijo, pero ya había pasado tiempo, no sabía a donde podría haber ido, es más, ni siquiera sabía si estaba vivo. Me enfurecí tanto con ella —dijo con los dientes apretados— le pregunte "¿Por qué no me lo llevaste a mí? Yo podría haberlo cuidado" y ella me respondió "No, ya suficiente tienes con tu hijo" —soltó una amarga carcajada—. Qué estupidez.
»Mi hermana murió a los pocos días y el idiota que la llevo a ese doloroso final no se apareció ni en el funeral. Pero su tortura fue lenta, dolorosa... pidió, rogó y suplicó porqué lo matara de una vez... pero no lo hice —su voz era mas queda y su mirada parecía ausente mientras él volvía a ese momento. Una sonrisa perversa apareció en su rostro—, pagó por todo lo que hizo.
—Estoy seguro de que sí —concedió Benjamin, él conocía perfectamente a George y sabía de lo que era capaz por su familia—. ¿Y cómo encontraste a tu sobrino?
—Fue difícil, ya tenía dieciséis años cuando lo encontré. Estaba sentado en una esquina comiendo una manzana. Tiene los ojos de mi hermana y su sonrisa. Tiene su caracter. Desde que lo vi supe que era él. Busque a un niño que estuviera cerca de él. Le ofrecí un trabajo y dinero a cambió de que llevará a Joe a mi casa. Y él aceptó.
»Le dije a Nicholas, mi hijo, que en cuanto llegara, platicará con él y se hiciera su amigo y así fue. Hasta la fecha se hablan y mantienen mucha cercanía. A pesar de que yo estaba seguro de qué era él, mande hacer análisis de ADN entré él, mi hijo y yo. Salió positivó. Y desde entonces lo he cuidado y protegido, le he dado lo que no tuvo de pequeño. Pero, como comprenderás, no puedo decirle la verdad.
—Deberías. George, algún día tienes que decírselo.
—Quizá, pero aún no es el momento.

George le dio un último trago a su coñac. Se sentía de alguna manera... raro, era la primera vez que rebelaba todo aquello a alguien, era como si una pesada carga hubiera bajado de sus hombros.

—A todo esto, Benjamin, ¿cómo sabes que él es mi sobrino?
—Una vez te llame, platicamos, no colgaste bien el teléfono y escuche que se lo dijiste a tu hijo.
—A partir de ahora tendré mas cuidado con eso —bromeó George—. Ahora tengo una pregunta para ti, ¿Cuándo le diras a Rachel que es tu hija?

REVENGE II [+18] •TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora